LA ÚLTIMA

Alexis, pura pasión

Emilio Pérez de Rozas

Ya les he contado alguna vez que yo sé un poco de béisbol. Y punto. Me gusta el fútbol como a todo el mundo. Eso sí, yo no llevo un entrenador dentro ni de broma. Y es evidente que me gusta más la sensatez de Tito Vilanova que el ruido de José Mourinho. La sencillez de Leo Messi que la sobradez (y eso que últimante se está moderando) de Cristiano Ronaldo. La planta de Casillas que ese punto de altivez de Valdés. A mí eso de que los porteros "han de ser chulos", no sé qué quieren que les diga. Pues no. El equilibrismo de Iniesta que la contundencia de Gattuso. La pausa de Xavi, Silva, Mata, Isco, que esos devora kilómetros que, sí, son muy útiles pero cansan, la verdad.

Y, en la vía muerta que me encuentro, donde hasta me gusta más ganar que perder (sobre todo si gano a lo miserable), es desde donde reconozco que siento debilidad por Alexis. Me gustan todos los del Barça, claro, y que sienta debilidad por Alexis no significa que no me gusten los demás. Me encantan. Incluso aquellos con los que el pequeño chileno pelea por la titularidad.

Alexis me gusta porque es valiente. Me gusta porque es aguerrido. Me gusta porque puede, sí, que en su cabeza solo haya fútbol ¿y qué? Me gusta porque cualquier reflexión que haga o pensamiento que se le ocurra sea en esa dirección, en la dirección del gol, del juego. Puede, sí, que aquellos que tienen otras cosas en la cabeza ganen en pausa, en soluciones, en meditar más lo que hacen, digámoslo de una vez: sean más inteligentes a la hora de escoger la jugada.

Alexis, no. Alexis es lo que es: un portento de fuerza, un jugador al servicio del resto, un incordio arriba, un peleador importándole poco el tamaño del defensa. Alexis, ¡qué caray!, es un gladiador al que si alguien logra quitarle una décima de segundo de ansiedad (yo eso no sé cómo se hace, espero que Tito y Roura sí), se convertirá en un milagro. Porque Alexis es la pasión en estado puro. La ganas de triunfar convertidas en futbolista. El hambre por llenar una vitrina vacía. Alexis es, en un mundo conformista, la representación viva, con botas, del deseo de triunfar.

Y yo estaré siempre con él, con Alexis. ¿Saben por qué? Porque nunca olvidaré que, en mayo del 2011, cuando su representante, el argentino Fernando Felidevich, y el italiano Giampaolo Pozzo, dueño del Udinese, le dijeron que Chelsea y Manchester City le pagaban al club italiano 20 millones más que el Barça por su traspaso y que él iba a ganar tres veces más que en el club azulgrana, Alexis les dijo: "Señores, rechacen esas ofertas. Lo siento pero yo soy del Barça. Y solo quiero jugar en el Barça". Insisto, ganando tres veces menos.

Yo soy de ese tipo. Pero, recuerden, yo no tengo ni idea de fútbol.