SOBRE EL TERRENO

Ahora que los ricos dejan de gastar, hablemos del Alzamora CF

Emilio Pérez de Rozas

Mañana se cierra el mercado futbolístico. Y no me he entretenido en saber qué cantidad de millones de euros se han gastado los grandes clubs. E, incluso, no solo los clubs poderosos, el fútbol en general. Por eso, como hoy es el día que contamos el dinero que se ha invertido (o despilfarrado) en la élite, les voy a contar una historia que llevo días queriéndoles contar. Y que va, cómo no, de fútbol modesto. Y que va, como sí, de muy poquitos, poquísimos, miles de euros. Y que va de uno de esos clubs, sí, ya sé, hay miles como ellos, que tuvieron que venderse su patrimonio, su local, para poder financiar parte del césped artificial de su campo y, luego, el Ayuntamiento de Barcelona le entregó la concesión a casi, casi, la que está considerada una multinacional del fútbol. Y no diré su nombre porque la historia cuadra igual sin escribirlo.

Me estoy refiriendo a mi querido Alzamora Club de Fútbol, club del barrio de Porta, Nou Barris, equipo (perdón, perdón, equipos pues son 23 equipazos, con más de 400 niños de 4 a 19 años) que trata de organizar su vida, de sobrevivir, de crear escuela, de educar, de hacer un fútbol vistoso en el campo de Can Dragó. Y, cuando digo ‘querido’, me refiero, cómo no, a sus gentes, que en los inicios de los 80 utilizaban sus horas de fiesta, fines de semana y vacaciones para derribar los muros de los viejos talleres de Renfe para construir, precisamente, el campo que, al final, en diciembre del 2011, le ‘arrebató’ el Ayuntamiento de Barcelona.

Mi roce con esa gente, mi cariño hacia ellos, viene de la mano de un ser bondadoso y, sobre todo, generoso donde los haya, llamado Josep V. Madolell, que, antes de convertirse en uno de los padres de ese club y actual director deportivo, fue entrenador de Jan Laporta y Sandro Rosell, en 1982, en el Sant Andreu, cuando los presidentes tenían, más o menos, 19 años. Madolell y toda su gente afronta la nueva temporada soñando que se cumpla la promesa que, tras petición del propio Laporta en el Ayuntamiento, lanzó Irma Rognoni, regidora de Nou Barris, cuando, hace unas semanas, aseguró que Can Dragó regresaría a manos del Alzamora CF, de las que nunca debió desaparecer.