LA ENTREVISTA

Kilian Jornet: "El miedo no puede hacer que te quedes en casa"

Su hábitat es la montaña y no se cansa de acumular triunfos en las competiciones más exigentes del planeta ya sea calzando unos esquíes o corriendo en zapatillas

Laura Ramos

Ha subido y bajado más rápido que nadie el Klimanjaro, recorrido los Pirineos con sus inseparables zapatillas o corrido durante dos días y dos noches seguidas para batir el récord de la Tahoe Rim, una de las ultra trails más exigente del mundo. Le gustan los retos, pero sobre todo disfrutar de la montaña mientras lleva su cuerpo hasta límites insospechados.

Empecemos por la pregunta del millón. ¿Por qué corre?

Uff, es muy difícil responder a esta pregunta. He necesitado 180 páginas para intentar explicarlo. La montaña es mi medio, es donde me siento acompañado incluso cuando estoy solo y correr es el instrumento que me permite estar allí, sin ataduras artificiales.

Alguien podría decir que hay otras maneras más `normales¿ de estar en la montaña...

Sí. Algunos me dicen que por qué correr si hay maneras de ir más rápido, otros que para qué subir a la cima si luego hay que bajarla. Pero yo creo que las pasiones están para seguirlas y les respondo que lo prueben.

¿Nos sorprendemos de hazañas como las suyas porque nos hemos acostumbrado a la comodidad?

Nadie quiere renunciar a lo fácil. La sociedad actual es la de quiero esto, ahora y aquí. Es el poseer. Nos hemos hecho propietarios de un planeta del que solo somos unos vecinos más. Viajando a África o a Asia te das cuenta que la felicidad no la da la posesión material sino la emocional. ¡Queremos comer pez fresco en la Cerdanya. Si quieres pez fresco, ves a Roses!

Y en competición, ¿prevalecen demasiado los resultados?

Te enseñan que en competición solo importa ganar. Si lo haces por un segundo eres Dios, pero si pierdes por ese mismo segundo no eres nada. La realidad, sin embargo, es otra. La competición te enseña que es mucho más importante el camino que la meta. Los recuerdos no los forman extensas líneas de currículum y títulos, sino las emociones y los sentimientos vividos y compartidos.

Es uno de los conceptos sobre los que más insiste en su libro `Correr o morir¿... ¿Siente la responsabilidad de poder inspirar a otros?

No la siento, la verdad. Creo que tendríamos que ser más autosuficientes, ser responsables de lo que hacemos ya sea para bien o para mal. El libro era una idea que me rondaba por la cabeza sin ninguna intención de dar lecciones. Solo quería transmitir lo que siento cuando corro por la montaña.

También insiste en que la mente es mucho más importante que el cuerpo. Pero, ¿alguna vez el cuerpo le ha dicho basta?

El cuerpo no dice basta hasta que te mueres. El dolor, la fatiga, los tirones... son avisos que te envía para decirte que lo estás llevando a un límite peligroso e incluso entonces la mente es capaz de anularlos. Simplemente se trata de saber escucharnos y entender cuando son avisos más serios y parar. Aunque tengo que reconocer que alguna vez han tenido que hacerme entrar en razón para que parase.

¿Todo es posible si nos lo proponemos?

No, evidentemente hay cosas que no ya que el cuerpo humano tiene unos límites. Límites que, por otra parte, creo que estamos perdiendo por la comodidad y por no ejercitarlos ni ponerlos a prueba y no solo me refiero a los físicos. Lo que más ayuda es luchar, tener claro lo que quieres hacer, estar motivado y saber que riesgos eres capaz de asumir.

¿Nos da miedo arriesgar?

Vivimos con mucho miedo. Miedo a la pérdidas y como cada vez tenemos más, más miedo tenemos. Vivimos pensando en asegurar, en no perder nada y eso es, precisamente, lo que hace que nos perdamos todo lo que podríamos conseguir. Tenemos miedo a lo desconocido y eso que, paradojas de la vida, el gran sueño del ser humano siempre ha sido llegar a un lugar desconocido y descubrir. Somos así de contradictorios.

Si se pierde...

Si se pierde no pasa nada. Arriesgar no es lanzarse al vacío, es saber lo que podemos ganar y perder y entonces decidir.

¿De qué tiene miedo Kilian Jornet?

De lo mismo que todo el mundo. De la muerte, de perder. Pero creo que no es miedo, es respeto. La montaña me ha enseñado que los peligros y miedos no pueden hacer que nos quedemos en casa. También me asusta no ser coherente con mis valores, no hacer lo que me gusta, abandonar...

¿Y de las consecuencias que puede tener en el futuro la exigencia física a la que somete al cuerpo?

Sí, pero me someto a un seguimiento físico muy estricto. Además, como he dicho, eso no puede hacerme quedar en casa. Como dijo un presidente americano, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.