proyecto Slingshot (tirachinas)

Horacio Llorens y Hernán Pitocco, catapultados al vacío

Algunas de las aventuras más atrevidas cuesta si quiera imaginarlas. Este ha sido el caso de la que han protagonizado Horacio Llorens y Hernán Pitocco, en la que han unido sus grandes pasiones: el parapente acrobático y el salto al vacío

Horacio y Hernán, durante una maniobra

Horacio y Hernán, durante una maniobra

SPORT.es

Ambos deportistas han completado el proyecto Slingshot (tirachinas), en el que han efectuado una inédita maniobra de eyección de su parapente a más de 4.000 metros de altura, completada en tres fases:

Sobre la estación gerundense de La Molina, los expertos parapentistas ascendieron hasta los 4.500 metros de altura a bordo de un globo.

Tras ello, desplegaron su parapente único y saltaron para iniciar la maniobra que les debía dar el impulso de tirachinas. Dirigidos por Horacio, la pareja de deportistas unidos en un tándem, comenzó a efectuar giros sobre su eje similares a una serie de volteretas frontales (Infinity Tumbling) para incrementar su velocidad. En este maniobra, Horacio tiene el récord del mundo al realizar 568 consecutivas.

En ese instante, Hernán accionó el sistema de suelta y ambos atletas salieron disparados de su particular tirachinas, arrojándose en caída libre hasta tierra. 

En el momento de su liberación, después de 13 giros, Horacio y Hernán soportaban una fuerza de 7 Gs, similar a la que padece un piloto de un avión acrobático y mayor de la que acostumbran en la F-1. “El momento de la eyección fue el más intenso, no sólo por la fuerza G, si no también porque un mal ángulo en el momento de liberarse conllevaba mucho peligro”, indica Horacio. De hecho, Hernán y Horacio sufrieron un percance durante el entrenamiento previo. “Nos eyectamos en vertical, así que cuando comenzamos a caer el parapente estaba debajo de nosotros y Pitocco cayó dentro. Por suerte, pudo salir”, recuerda Horacio.

Aquel error generó una tensión extra en el equipo que llevaba meses preparando el proyecto y cuidando los detalles, entre ellos el propio sistema de suelta. “No había ninguno pensado para este tipo de maniobras acrobáticas, así que tuvimos que fabricarlo”, señalan.

A ello unieron sesiones de entrenamiento en el túnel del viento para simular las condiciones que se encontrarían durante la caída libre. “En esa parte no somos tan buenos como en parapente, donde hemos sido campeones del mundo por equipos, así que practicamos para sentirnos cómodos en el aire”.  Todo lo cómodo que uno puede sentirse cuando es catapultado al vacío.