El Clásico no llegó a la orilla

El Barça sobrevivió al tsunami blanco

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Pues no fue para tanto. Ni lo del 'Tsunami' ni lo del Clásico. Todo se quedó en un poco de agua que ni siquiera  llegó a la orilla y acabó sin goles. Un 0-0 que ejemplificó también lo vivido antes, durante y después de un Clásico que había estado en boca de todos. 

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LaLiga

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Alineaciones
FC BARCELONA
Ter Stegen, Semedo (Arturo Vidal, 55'), Piqué, Lenglet, Jordi Alba, Rakitic, Sergi Roberto, De Jong, Messi, Griezmann (Ansu Fati, 82') y Luis Suárez.
REAL MADRID
Courtois, Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Mendy, Casemiro, Kroos, Fede Valverde (Modric, 79'), Isco (Rodrigo, 79'), Bale y Benzema.

Hubo algo de confusión al inicio. No por 'Tsunami Democràtic', que convocó a una movilización cívica y así fue. La confusión vino desde la duda de si jugaría Busquets, como así se dijo en un primer momento, o si lo haría Rakitic, como así fue. En el Real Madrid pasó algo similar porque quienes viven de la mentira colgaron en Twitter que Benzema no estaría. Sí lo estuvo, aunque, por lo menos en el primer tiempo, pasara desapercibida.

Hechas las presentaciones, que ruede el balón. Y no pasó nada. Parecía como si nadie lo quisiera, como si ambos equipos estuvieran en un parque y se retaran con la mirada, pero sin atreverse a agarrarlo, situarlo bajo entre el brazo y las costillas para, acto seguido, gritar "aquí mando yo". Hubo tímidos intentos. Demasiado tímidos para que el Camp Nou se inquietase, en cualquiera de las inquietudes que se suelen tener en este tipo de partidos. Ni por bien ni por mal. Todo muy soso. Incluso 'Tsunami', que tuvo de tsunami lo que tiene de barcelonista Florentino Pérez. 

Buscó Messi la profundidad de Jordi Alba. Y Jordi Alba buscó el área, pero el balón nunca llegó a su destino. Ni encontró a Messi, ni a Suárez, ni a nadie que se acercara a ver qué pasaba. El lateral zurdo debía jugar al laberinto con las piernas madridistas, pero el fútbol es geografía y la distancia más corta entre dos puntos siempre es la línea recta. Así que tocaba seguir tejiendo espacios, vacíos en el bosque. Y, pese a todo, casi llega Suárez, como casi llega Messi, como casi llega Griezmann. Siempre casi.

Muy parecido a lo que vivió Ter Stegen, aunque en su caso siendo protagonista. Envió a córner un disparo de Casemiro, vio cómo Fede Valverde se agigantaba ante la pasividad de sus compañeros y temía por lo que un despistado Mendy parecía insinuar. Disparos lejanos y poco más. Centros sin destino y poco más. Un primer tiempo decepcionante. Y poco más.

Tras refrecarse en los vestuarios, quien mejor lo hizo fue el Real Madrid, que apareció sobre el césped del Camp Nou mejor peinado. No porque Zidane agarrara el peine, sino porque el Barça parecía algo aletargado, expresión esta no del todo precisa, pero lo suficiente para entender el escenario. Pero todo letargo llega a su final. Impuesto por, sí, Leo Messi.

El '10' arrancó. E hizo rugir el motor. Una jugada suya, combinando con Griezmann, casi acaba en gol. O en penalti no pitado. ¿Para qué ensuciar la belleza? Eso lo hace Casemiro cuando arrastra sus piernas para derribar a Suárez y ganarse la amarilla, la primera para los blancos, por tres del Barça, cuando ya se ha jugado más de media hora. Cosas del partido. Como que Valverde sacara a Vidal cuando lo que pedía el partido era más control. De ahi que luego calentara Busquets, una rectificación en toda regla, impropia de un entrenador blaugrana. Más propia de alguien a quien le va el empate.

El Madrid salió a hacer lo suyo, como un equipo pequeño que espera su oportunidad sin buscarla, pero con la grandeza de quien es peligroso de verdad. Ello provocó que Bale marcara, pero que su gol fuera anulado por fuera de juego. Clarísimo. De Mendy. La respuesta fue inmediata, una contra veloz que acabó con un disparo de Suárez al cielo. A partir de ahí, un carrusel de cambios que metieron a Modric, Rodrygo y Ansu Fati en el campo.

No cambió nada, más allá de la ilusión que produjo en canterano en la grada y la ilusión que él mismo mostró durante los minutos que estuvo sobre el césped. Pasaron los minutos, languideciendo, hasta que el Clásico ni siquiera llegó a la orilla. Se quedó en una pequeña ola que parecía tener mala leche, pero que no fue más que un poco de agua.