Este año dormirá 50 días en el Teide, por encima de los 2.500 metros de altitud, como un escalador nato

Sentamos a Purito en el diván

'Purito' Rodríguez persigue el Giro 2014, un sueño que muy bien  puede cambiar su vida y también la historia del deporte de este país

Agustí Bernaus

Ojalá que este sea mi año. Me va todo muy bien. No me puedo quejar. Estoy mentalizado. He ganado la Volta a los mejores corredores del mundo. Mis sensaciones son buenas. Me siguen miles de personas en twitter. A la gente le encanta leer las ‘paridas’ que cuelgo. Son espontáneas. Y si consigo arrancarles una sonrisa y hacerles un poco más felices, mucho mejor. Yo también soy más feliz así”. Asi que esto no es una entrevista al uso. Ni tampoco un reportaje a Quim Rodríguez, que quiere ganar el próximo Giro. 

Y no lo es porque a los 34 años le aburren las entrevistas de ciclismo. Prefiere dedicar su tiempo a obras benéficas, a la familia y, por supuesto, a su carrera profesional. Ahora ya está inmerso en la voragine que supone ir al asalto del Giro.  Sus pensamientos, en voz alta, llegan a partir de unas imágenes. Le sirvo una de la ronda italiana del 2012. El canadiense Ryder Hesjedal se pone las manos en la cabeza, con los ojos cerrados, tras recorrer la última etapa: “Me recuerda que perdí el Giro. Trabajamos muy intensamente para ganarlo y lo perdimos nosotros. Me sorprendió que Ryder estuviera tan seguro de que iba a ganar porque en esa foto yo aún tenía que cruzar la meta en la contrarreloj. Y al final fueron 16 segundos. Esos segundos te acaban persiguiendo años después. Piensas que en la etapa de Cervinia si no lo hubiéramos dejado escapar con Andrey Amador ni hubiéramos consentido ceder el liderato por veintipocos segundos aquel Giro no se habría escapado. Si,  hemos perdido carreras por chorradas, por cuestiones tácticas. Y estas cosas te acaban mortificando porque los corredores no somos de piedra. Son situaciones duras de tragar. Incluso ahora, hoy mismo, me da rabia. Aunque sé que tengo que superarlo pienso que quizá algún día mi cabeza diga basta ya”.

Le sirvo otra imagen. Son las altimetrías del Giro que se inicia en Belfast,Irlanda, el 9 de mayo. Clava sus ojos en la cronoescalada de 19 Km. hasta el Monte Grappa: “La estoy trabajando estos días en el Teide porque allí hay una ascensión muy parecida,  con desniveles casi calcados. Luego trasladaremos esos test a la realidad de la competición. Creo que en esa contrarreloj puedo ganar tiempo. Si, copio las cronómetros. Yo y todos. Cada uno hace sus inventos y ensayamos donde podemos apretar y donde nos asfixiamos”.

Otra imagen. La mira de reojo y ya habla mecánicamente. Es la subida final de Val Martello, “con una hora de ascensión y más de cuatro mil metros de desnivel acumulado. Es una de las etapas más duras del Giro. Conozco las ascensiones del Gavia y el Stelvio, pero Val Martello solo lo he visto en vídeo, cuando ganó Casagrande. Ahora es imposible reconocerlo porque está cerrado por la nieve. Si sigue nevando ya veremos si puede hacerse. En ese caso será una de las etapas más duras, aunque la más decisiva será la del Zoncolán, el puerto más duro de este Giro. A todos nos gustaría ganar allí porque es como vencer en el Angliru durante la Vuelta. Es un escenario mítico.  No soy partidario de ir a ver puertos porque cuando subes se te hace durísimo y a la hora de la verdad sufres más todavía. Es algo psicológico. El próximo Giro se decidirá en cada etapa. Y ha quedado demostrado que no puedes perdonar nada ni a nadie en ningún día”.

En sus pensamientos aparece Marco Pantani, el homenajeado del Giro: “Corrí con él y por eso sería muy bonito ganar. La imagen que tengo de él es la de un corredor muy serio, metódico. Impresionaba verle. No era el típico italiano. Iba siempre con su equipo y hablaba muy poco. Hacía bromas con sus compañeros, pero no con los demás. La gente lo asocia a la imagen del pañuelito, del Pirata...Piensan que era un cachondo y de cachondo, nada. Era riguroso en extremo.  A mi me impresionaba”.

Aflora el nombre de Sky, equipo referente desde hace un par de años: “Tienen que andar con cuidado cuando sus corredores repiten siempre ‘Yo pierdo peso y vuelo’. Están creando una generación de niños anoréxicos a sus espaldas. Es el único reproche que hago a un equipo que investiga en la mecánica de la bicicleta, en la ropa y que le concede más importancia que a la medicina”.