Ventajas del ganador del Giro y sus compatriotas

Nairo y la fábrica de campeones

Proceden de un país 'alto' y ello les aporta una genética perfecta para escalar los puertos de las grandes vueltas

Agustí Bernaus

Nairo Quintana, el ganador del Giro de Italia, escenifica el regreso de los corredores colombianos al primer plano. Su compatriota, Rigoberto Urán, acabó segundo y Julián Arredondo conquistó el prestigioso maillot de la montaña. Los tres representan a los escaladores puros que amenazan con colapsar el Tour del 2015 y eclipsar a los mejores escaladores europeos, hasta ahora, los mejores del mundo.

El británico Chris Froome, Alberto Contador o el italiano Vincenzo Nibali puede que después del 2014 no tengan una nueva oportunidad de conquistar el Tour de Francia. En septiembre Nairo ganará la Vuelta a España y en julio del 2015, el Tour. Esos son los pasos que le han marcado en Movistar a un corredor de 24 años que a lo largo de tres semanas de carrera los únicos adversarios de entidad que ha tenido han sido una caída y una bronquitis mal curada que le debilitó hasta los últimos días de competición. '¿Por qué son tan buenos estos tíos?', se han preguntado los aficionados. ¿Y por qué son tan buenos los kenianos en las pruebas atléticas de fondo? En la década de los ochenta aparecieron una serie de corredores, Lucho Herrera y Fabio Parra entre otros, que se convirtieron en una leyenda. No tuvieron continuidad, entre otras cosas porque el ciclismo colombiano se encerró en si mismo por la situación económica del país.

Nairo, Urán, Arredondo, Betancour y,quizá, Sergio Henao han conseguido extraer lo bueno de Colombia y llevárselo a Europa. Aquí estos corredores han aparcado los malos hábitos, básicamente de alimentación, descontrol, entrenamientos sin ton ni son, competiciones muy esporádicas… En definitiva, hábitos que provienen de la falta de recursos. Todo eso quedó atrás bajo la tutela de Eusebio Unzué, uno de los técnicos que con Movistar ha creído desde el inicio en el ciclismo colombiano. Fue él quien en el 2008 recuperó a Rigoberto Urán para llevárselo a Pamplona y hacer que creciera en el ambiente adecuado. Y fue Sky quien se lo arrancó de las manos. Hasta el pasado domingo, Urán fue el más directo rival de Nairo Quintana, la nueva perla de este país. Michele Bartoli y Claudi Corti en Italia y Vicent Lavennu en Francia son los técnicos que más han ahondado en el ciclismo colombiano.

¿Qué es lo bueno de este país? Sin duda, la altitud. Desde críos los ciclistas se enfrentan a competiciones con puertos inacabables de 20 a 30 km, siempre por encima de los 2.000 metros de altitud. Esos críos suben las montañas sin velocidad, es decir, sin calidad. En un mismo puerto son capaces de desfallecer y engancharse de nuevo a la carrera varias veces y en un 'plis plas'. Sus organismos se han ido aclimatando a la altitud y a los ejercicios físicos extremos. Cuando saltan a Europa, la mayoría no saben correr. El proceso de adaptación suele ser traumático. Lejos de sus familias, procedentes de sociedades rurales y alejados durante meses de su entorno, la vida se les hace difícil. Los equipos intentan dulcificar este proceso. Conviven con otros ciclistas europeos y aprenden de ellos. Cadencias de pedalada, series, médicos, dietistas, material ultrasofisticado. Unzué tiene en sus manos a un pura sangre a quien solo ha tenido que vestirle y enseñarle unas reglas básicas para dejarle volar.

Y Nairo ha volado. Chris Froome, Nibali, Contador o Purito Rodríguez, por citar algunos de los mejores escaladores, preparan sus grandes objetivos del año en el Parador Nacional de Las Cañadas, en el Teide, a 2.300 metros. Durante tres semanas entrenan en estas condiciones mientras oxigenan su sangre. Luego acuden al Giro, Tour o Vuelta con los beneficios de la altitud en su organismo. En definitiva, no hacen otra cosa que imitar las condiciones en las que han crecido los ciclistas colombianos. Nairo y su hermano, también en Movistar, proceden de Tunja, en el departamento de Boyacá, a 2.800 metros de altitud. Rigoberto Urán nació en Urrao, a 1.800 m. y a los 18 años emigró a Italia. Con él se llevó su genética y unas condiciones que le permiten codearse con Nairo Quintana. Detrás, a distancia, vienen los europeos con sus procesos de adaptación en altitud.