Mitroglou noquea a un Borussia Dortmund sin pegada

Mitroglou celebra así el único gol del parttido

Mitroglou celebra así el único gol del parttido / AFP

Lluís Payarols

Lluís Payarols

En un partido de fútbol, lo que vale es marcar goles. Por mucho dominio territorial, mucho agobio y mucha presión, sin goles no hay paraíso. Al Borussia Dortmund se le fundieron los plomos del ataque en Da Luz y, en cambio, el Benfica sí que supo aprovechar su única oportunidad clara. 1-0 para viajar con ventaja mínima a Dortmund.

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Champions League

1
0
Alineaciones
Benfica
Ederson; Semedo, Luisao, Lindelöf, Eliseu; Pizzi, Fejsa, Salvio, Carrillo (Filipe Augusto, 46'); Rafa Silva (Cervi, 67') y Mitroglou (Raúl Jiménez, 75').
Borussia Dortmund
Bürki; Piezczek, Sokratis, Bartra, Schmelzer, Durm; Weigl, Raphael Guerreiro (Castro, 82'), Reus (Pulisic, 82'); Dembelé y Aubameyang (Schurrle, 62').

Y eso que a los portugueses no les salió prácticamente nada en la primera parte. Solo se vio a los de Rui Vitoria cerca –y tampoco mucho- de Roman Bürkl en los primeros minutos. A partir del minuto 10, la máquina alemana comenzó a funcionar, embotellando al Benfica. Dominio total del Borussia Dortmund con un primer aviso tras un robo de Dembelé y asistencia a Aubameyang, quien chutó por encima del larguero.

La línea del centro del campo se convirtió en un muro en el que se estrellaban los fugaces intentos de ataque benfiquistas. El trabajo de Guerreiro, Reus y Dembelé daba sus frutos pero sin llegar al objetivo final. El equipo de Tuchel necesitaba la inspiración que tenía el meta local Ederson, jugándose el físico en un balón muerto que cazó Dembelé.

Bürkl era mero espectador del primer acto, al igual que Mitroglou, a quien le podía salir barba esperando noticias de Salvio o Carrillo. En el otro campo, los renanos movían el balón con comodidad, obligando a la defensa del Benfica a adelantar la línea buscando que los atacantes del Borussia Dortmund cayeran en fuera de juego, lo que sucedía más de una vez.

Pese a ello, los sustos se sucedían. Lo dio Guerreiro luchando por un balón que parecía controlado por Fejsa. El portugués del Borussia Dortmund se inventó un centro que no encontró destino. Por la otra banda, el incisivo Dembelé obligó a Ederson a salir para desviar un balón y jugarse la falta fuera del área que Rizzoli no apreció.

El descanso era el bálsamo que buscaban los lisboetas, tras tres minutos de añadido por la interrupción cuando fue atendido Ederson. Rui Vitoria buscaba la forma de frenar un asedio que duró todo el partido… excepto en un momento.

Ese momento fue a la salida de los vestuarios, con la novedad de Filipe Augusto en el lugar de un cansado André Carrillo. El Benfica pareció otro en ese instante. Apretó a Bartra y compañía hasta forzar dos saques de esquina casi consecutivos. En el segundo, Pizzi acertó a enviar el cuero al punto de penalti, donde Luisao remató. Y allí apareció Mitroglou, frenando el balón en el área chica y fusilando a Bürkl, con Guerreiro abortando el fuera de juego en la misma línea de gol.

Cambio radical. ¿Quién lo iba a esperar? Pero esto es el fútbol. De dominado hasta la extenuación, a dominador del marcador por la mínima. Los portugueses hicieron daño a un Borussia Dortmund que siguió a lo suyo, atosigando a un rival cada vez más encerrado. Ederson se multiplicó, desviando dos disparos lejanos seguidos de Reus y Piszczek, después de que Aubameyang enviara otro balón a las nubes.

Y al final a los alemanes les llegó la oportunidad de empatar, en un penalti indiscutible de Fejsa, al cortar con la mano un intento de centro de Bartra. Pero no era la noche de Aubameyang. El ariete gabonés decidió chutar al centro, confiando en que Ederson se movería. Pero no. El brasileño aguantó y hundió al ariete, quien poco después de su error fue sustituido por Schürrle.

Rui Vitória siguió moviendo piezas, al tiempo que el Borussia Dortmund insistía en su dominio sin premio.  El tiempo pasaba y a ocho minutos del final, Tuchel ordenó un doble cambio. Quitó a Reus y Guerreiro para dar entrada a Pulisic y Gonzalo Castro. A la desesperada, buscando un gol que diera la vuelta a la eliminatoria. Pero quien crecía era Ederson Moraes. Firme, seguro, imbatible y felino, como en un disparo de Castro que se envenenó en Raúl Jiménez. Fue una intervención antológica.

El Benfica ni siquiera se planteó buscar el 2-0. Aguantó la ventaja mínima en los minutos finales, pese a que el Borussia Dortmund se propuso sorprender a Ederson en centros sin rematador. Máxima efectividad para anular a un conjunto alemán que deberá mejorar en casa si quiere seguir vivo en la Champions. De momento, el Benfica sonríe.