Sexto sentido

Sacando pecho

La celebración de Cristiano Ronaldo en la final de Champions no gustó al patrocinador deportivo del Real Madrid

La celebración de Cristiano Ronaldo en la final de Champions no gustó al patrocinador deportivo del Real Madrid / sport

Carme Barceló

Desde el mismo instante que Cristiano materializó el penalti y se despojó de la camiseta como demostración de alegría deportiva y abdominal, el torso del portugués se convirtió en el retrato robot del madridismo. Atrás quedó una campaña muy irregular, tristona, con una etapa Benítez marcada por el 0-4 del Barça en el Bernabeu y multitud de desencuentros en el vestuario y en el césped. Aquel desatino que provocó la baja del Real Madrid en la Copa del Rey se diluyó como un azucarillo entre las costillas del campeón de la Champions y la temporada gris en términos estrictamente futbolísticos se tapó los oídos con la ‘orejona’. Y desde ese momento sacan pecho y tapan los defectos con el músculo del que gana una temporada con un título de semejante dimensión. Buscan provocar la anemia del eterno rival quemándole las calorías que supone haber logrado cuatro títulos y, con ello, adelgazar y minimizar el valor de lo conseguido por el Barça. La forma con la que el Real Madrid ganó la Champions es la rúbrica final de lo que ha sido y es este club en los últimos años. Las urgencias subsanadas a trompicones. El aparato mediático que saca petróleo de las virtudes y minimiza, reescribe y diluye hábilmente la realidad. Es complicado ver, oír o leer la repetición del gol en fuera de juego de Sergio Ramos, otra nueva actuación de Pepe, las egocéntricas palabras de Cristiano, un análisis exhaustivo de su pobre papel en un partido en el que apenas se le vio o los recaditos al Barça o al Atleti de ese campeón del señorío en forma de cánticos en un avión o en las celebraciones. Todo lo contrario. No sólo celebran como si no hubiera un mañana un título que estuvieron en un tris de no conseguir sino que ya han puesto en marcha las campañas habituales. A saber: el Balón de Oro para Cristiano y, si fuera posible, otro para Zidane. La resurrección del Villarato con portavoz de lujo. El enésimo capítulo del futuro de Neymar y los juicios reales y paralelos. Y todo bien aliñado con imágenes de sufrimiento extremo y encuestas sobre el valor de un ‘doblete’. En eso se les ve venir desde ya mismo. Porque van a pecho descubierto.