SEXTO SENTIDO

De rocas, piedras, pedruscos y arenilla

Messi, en su camino hacie el hospital

Messi, en su camino hacia el hospital / sport

CARME BARCELÓ

Mientras escribo este artículo, a Leo Messi le están interviniendo de unos cálculos renales que le dan tan mala vida como su extraordinario momento de forma y el de sus compañeros a los rivales. Deshacer esas minúsculas piedras es infinitamente más sencillo que quitar de en medio los pedruscos que, desde Madrid, se empeñan día tras día en colocar para entorpecer el camino del Barça hacia sus objetivos finales. Yo comprendo que pasar el miércoles comiendo churros en la Castellana en vez de jugar una eliminatoria de Copa del Rey no es el mejor plan. Asumir la pifia de Cheryshev y la remota posibilidad de una final en el Bernabéu mientras uno apoya sus riñones en el sofá viendo el Valencia-Barça, como poco es indigesto. Como también se atragantan los números de Luis Enrique, ese hombre rocoso al que le resbala por la pendiente la mayor parte de lo que decimos y escribimos los periodistas pero que acaba de igualar la racha invicta de Pep Guardiola. A 600 kilómetros van cayendo entrenadores y los van sustituyendo mientras CR7 hace pulsos con su presidente y deja la puerta abierta a su blanca continuidad. De filosofía, fútbol base o femenino, pocos hablan. Es un tema que se escurre como arenilla entre proyectos galácticos. A más de uno le obstruye algo más que la vejiga el que, a pesar de las pedradas, el equipo azulgrana salga a flote de todo tipo de intervenciones. Sin anestesia, por supuesto. El acoso a Neymar pasa por describir como agresion la pérdida de papeles -injustificable, eso si- de un padre al que le llueven los chuzos de punta. El bisturí para unos y para otros es diametralmente distinto. De los arreglos estéticos a la carnicería mediática va un mundo. Y, con todo, parece un milagro de la ciencia que el Barça sobreviva a sí mismo y al entorno.