El que parte y reparte...

...se lleva la mejor parte. O la peor, según esté uno censado en la capital o en la periferia mediterránea. En este bonito pastel que es el fútbol, cuando el cuchillo lo tienen los organismos oficiales, es más que probable que el trozo mayor se reparta entre amigos, conocidos y saludados. Salía ya calentita de casa, rumbo a la Gala de los Premios de la LFP, tras conocer ese podio de oro del que ha quedado injustamente apeado Luis Suárez. Ese designio entre divino y mercadotécnico que colocó a Cristiano en lugar del uruguayo es directamente proporcional a los valores terrenales y reales que atesora el delantero del Barça para colocarse ahí. Pero CR7 tenía que estar y punto. Aún no recuperada del mosqueo, asisto a la entrega de premios de la Liga en la que un Tebas abierta y declaradamente madridista hace filigranas para quedar de cine con los suyos. Algunos de los galardones que recibieron jugadores blancos, en especial el de James, desataron las iras en las redes sociales. Pero el que a mí me robó el corazón fue ese Premio Cinco Estrellas -de padre y madre desconocidos excepto para la propia LFP- amparado en una encuesta popular de la que desconocemos más datos. Pero Cristiano Ronaldo tenía que estar y punto (bis). Ya hace dos años inventaron un galardón para él y éste se repite la historia. Menos mal que hay un escalón superior al de esa categoría estelar hotelera, la Gran Lujo, que premia la excelencia absoluta. Pero este no existe -aún- porque tendrían que dárselo al que lo es en formato individual, trío y colectivo. Es un trozo de la tarta demasiado grande para que se quede en Barcelona.