SEXTO SENTIDO

La pena máxima

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CARME BARCELÓ

EL MARTES ME MARCARON UN GOL. De los que te duelen. Y en fuera de juego, por sorpresa y cuando pensábamos que teníamos el partido controlado. O mejor dicho, cuando salíamos con la tranquilidad de que era un día más y que lo ganábamos de calle, sin despeinarnos la melena. Lo encajé fatal. La pena máxima y no fue de penalti. Primero con lágrimas, después con incredulidad y luego con rabia mientras me preguntaba, con esa pena que se te mete tan adentro que te retuerce el sentir, por qué. Cuando te alineas con el equipo de la vida y tienes a los mejores, si pierdes un partido no es nada fácil encajar la derrota. Nada. Menos mal que no jugamos solos, que nos apoyamos y estamos ahí en la salud, en la enfermedad y cuando el palo no desvía el balón hacia fuera. También tenemos ese disco duro de los recuerdos que, aunque casi nos lo borra el día a día, está ahí para reforzarnos el ADN y alimentarnos el alma. Pero miro arriba y me pregunto dónde coño -sin perdón- estaba el que, en teoría, se pone de parte de los buenos. Y si se pilló fiesta, se equivocó de día porque no le tocaba.

Te digo una cosa, Raquel. Gracias a ti y a unas pocas personas como tú, aún tengo el cordón umbilical que me une a la bondad. Y ahora que ya no estás, voy a intentar mantenerlo con lo que he aprendido entrenando tantos años al lado de ese corazón tuyo tan bueno y tan generoso. Qué suerte tienen en esa Champions a la que te has ido. Ha llegado una estrella de las de verdad para hacerla aún más grande y más competitiva. Que te vaya bonito, amiga. Aquí seguiremos a lo nuestro y te iremos contando cómo le va a tu Barça, al que seguías desde Hong Kong, y que te servía para estar más cerca de los tuyos y presumir de equipo a miles de kilómetros. Aquí estaremos para remontar lo perdido como buenamente se pueda pero con esa taquilla del vestuario que sabes que nadie va a llenar. Aquí le daremos lustre a los buenos momentos para que se alarguen y le inyectaremos letargo a la tristeza para que nos permita seguir dando tardes de gloria a la afición. Aquí le pondremos tu publicidad a nuestra camiseta, ese Carpe Diem que tienes en el estado de tu whatsapp y que, mira tú, a lo mejor a estas alturas de la vida va a resultar que te haré caso. Aquí jugaremos a lo que nos dejen, amiga. Pero ya no será lo mismo. 

P.D. Tengo la suerte de colaborar en un medio que me permite licencias emocionales como la de este artículo de hoy. Ojalá no tenga que repetirlo.