SEXTO SENTIDO

Oro, incienso y... carbón

Carme Barceló

Acabo de ver pasar a un Rey Melchor de 20 años mulato. Hace otros tantos era complicadísimo encontrar un Rey Baltasar que no llevara tizne de betún en la cara. Es la realidad actual. Qué mayor me siento cuando exclamo “¡qué tiempos aquellos!”, a la par que la memoria histórica llama a mi baúl de los recuerdos futbolísticos y me transportan a ligas pretéritas en las que el Barça tenía poco o nada que rascar. Y a nivel internacional, no digamos. Cada año los culés escribían la misma carta a los Reyes Magos: “Por favor, un titulito... Un crack... Un fútbol por el que valiera la pena coger el metro y el bocadillo de fuet para ir al Camp Nou... Una 'manita' al Real Madrid...”. Empezó a olerse el incienso de un juego intenso y mágico gracias a aquel 'dream team' que saltaba al campo a divertirse y a divertir. Fueron los fundamentos de la marca La Masia que ha eclosionado en los últimos años y que el mundo aplaude y reconoce como el mejor. Ha tardado pero ha llegado el oro con los reyes del toque, de la posesión, de la estrategia, del esfuerzo, del ir un paso por delante del resto, del trabajo del equipo técnico que está detrás de los laureados y de estos que asumen que, por encima de la gloria individual y el gol del récord, está también el pegarse una carrera para defender. El día 7, en Zúrich, llegará el último regalo rezagado de Reyes y será un balón. Como el de toda la vida pero de oro. A 600 kilómetros, en Madrid, el portero titular de la selección campeona del Mundo y de Europa recoge carbón con una pala. Cómo cambian los tiempos...