SEXTO SENTIDO

La fábrica de los sueños

Japón ganó la Danone Nations Cup

Japón ganó la Danone Nations Cup / sport

Carme Barceló

No hay mejor narrador para esta historia que la mirada brillante de un niño. Tuve la suerte de ver catorce pares de ojos en pleno éxtasis una mañana en Cornellà-El Prat cuando acababan de ganar su final española y ello suponía jugar la mundial. “¡Sí, si, sí, nos vamos a Brasil!”, gritaban los críos, algunos de los cuales no habían subido jamás a un avión. El sueño. Su sueño. Como el de miles de niños y niñas que pueden jugar a fútbol gracias a esas Escuelas Deportivas Danone diseminadas por todo el estado. Allí se dan la mano razas y religiones distintas e ilusiones comunes. Allí se conocen nuevos amigos, se integra, se tolera y se educa. Y el colofón es la competición, esa Danone Nations Cup que les puede llevar a cualquier punto del mundo y sentirse unos auténticos cracks. Recuerdo a Rafinha en Cornellà, mientras compartía rondo y bromas con los niños, contándome lo que sentía él escuchando a los grandes, soñando con jugar en un estadio enorme como ese Arena Corinthians al que llegaron los alevines del Cornellà la semana pasada. Un equipo de futbolistas de 12 años que fue a disputar el Mundial de los Alevines, esa fábrica de sueños para los más jóvenes. Allí fueron. A Brasil, al epicentro del fútbol, al país de los Romarios, Ronaldos y Ronaldinhos. A convivir, a entrenar, a ordenar las habitaciones, a no interrumpir al compañero cuando habla, a conocer su cuerpo y la dieta que le conviene, a vivir otras culturas, a ejercer el “fair play”, a saber perder y también a saber ganar. De los pequeños deberíamos aprender lo rápido que olvidan las derrotas. Pierden y a los diez minutos ya están riendo y jugando con el que ha ganado. Este torneo les enseña a vivir el deporte como niños que son, sin encenderles luces de neón. Es un proyecto fantástico que une canteras, transmite valores y habla el lenguaje del deporte que no está contaminado. Puro fútbol.