SEXTO SENTIDO

Desde el corazón

Neymar, a su llegada a Estambul

Neymar, a su llegada a Estambul / sport

Carme Barceló

Javi salió de la Ciutat Esportiva del Barça con el corazón a mil por hora. El corazón. Su corazón. El mismo que le obligó a dejar el tenis casi profesional con apenas nueve años porque un día le falló. Una gravísima cardiopatía le apartó de su deporte favorito y le llevó a una mesa de operaciones del hospital Sant Joan de Déu. Como deportista que es, Javi tuvo claro que en esa carrera lo importante no sólo era participar sino ganar. Y fue a por ello y en ello sigue. Por eso, cuando llegó Neymar corriendo para abrazarle, no entendía nada. El niño veía al crack y el crack veía a un héroe. Los dos chocaron las manos, se sonrieron, se rieron y cayeron todos los muros.

No hubo reloj ni guiones. Ni estilismos, ni decorados, ni frenos. Una guitarra, un poco de música y muy buen rollo. El de los dos. El de los padres de Javi. El de su hermano pequeño. El de una familia que lucha en equipo con un delantero centro que le ha metido un par de goles a la vida y sigue ahí, con la caña a punto, para darle fuerte cuando llegue una nueva oportunidad de marcar. Javi no desfallece nunca. Es un luchador. Juega su propia liga, la misma que la de tantos niños enfermos que van puntuando en campo contrario de la mano de médicos entregados y con pocos recursos y familias que centran su vida en ellos. Y todo, de corazón. Desde el corazón. Y aunque el niño siga hablando del “subidón” que le supuso su encuentro con el brasileño, Neymar me ha dicho al oído que se va a colgar esta foto en su taquilla. Porque Javi es su crack.