SEXTO SENTIDO

La casa de los espíritus

Unos se entregan a la ouija, otros viven de abrir y cerrar el baúl de los recuerdos. Es curioso lo que sucede en Madrid

Unos se entregan a la ouija, otros viven de abrir y cerrar el baúl de los recuerdos. Es curioso lo que sucede en Madrid / sport

Carme Barceló

ACABO de poner los pies en Madrid y el ambiente es gélido. El de la calle y el del fútbol. Los blancos de la capital están negros. Han encajado muy mal el tener fiesta entre semana mientras los dos eternos rivales se enfrentan hoy entre ellos. Pero no todos. A Ancelotti y a varios jugadores les ha sentado de maravilla lo que ellos llaman “poder descansar y prepararnos para la Champions” y los demás lo traducimos como un ¡zasca! en toda la Copa. Invocar al más allá con Juanito como adalid no surtió el efecto esperado y el club merengue se ha convertido en aquella casa de los espíritus que nos relataba la gran Isabel Allende y que iba sumando pasillos, habitaciones y rincones. Es curioso, a la par que paradógico, lo que está sucediendo en la casa blanca. Mientras unos se entregan a la ouija, otros viven de abrir y cerrar el baúl de los recuerdos y el resultado final es un pasado que rebrota cada vez que los resultados no acompañan. Y del espíritu de Juanito al de Mourinho, con Arbeloa como emisor de los mensajes del portugués. Tras la debacle ante el Atleti, el enfado monumental de Florentino en el palco y el dedo acusador que señala a Sergio Ramos como culpable de casi todos los males del equipo, sale el lateral y remueve los cimientos del vestuario madrileño. Ensalza el mourinhismo, se carga de un zarpazo el mensaje único que venían emitiendo entrenador y jugadores tras la derrota ante los rojiblancos, dice que no le apetece lo más mínimo librar entre semana y cuenta que le han dado un tirón de orejas por pedirle al Bernabéu que aplaudiera a Benzema. De una tacada. Pim, pam. Y luego dicen que el Barça es un polvorín. Pues allí ha bastado una entrevista a Arbeloa y una eliminación copera para que salieran todos los espíritus a darse una vuelta. Y se han cruzado con un excelente momento de Messi que contrasta con el de un Cristiano que no acaba de arrancar y que no está, ni de lejos, en su mejor etapa. Con un Piqué que recupera su auténtica valía mientras Sergio Ramos vive horas bajas. Con un Ancelotti al que nunca le pasa nada y un Luis Enrique al que le sucede de todo pero que resulta mucho más creíble que el italiano. Y a falta de una última hora del gurú Mourinho -que no tardara en llegar, ya os aviso- tenemos al otro, Johan Cruyff, considerando “ridículo” el Balón de Oro de Ronaldo. Sigue habiendo polvo en los rincones de la casa blanca y una división latente que se les aparece al primer conato de crisis.