SEXTO SENTIDO

Beatificando a Cristiano

Cristiano, pendiente de sanción

Cristiano, pendiente de sanción / EFE

Carme Barceló

No me da la vida para tanta espiritualidad. Estoy finiquitando el artículo de hoy cuando me cuentan que el presidente Bartomeu será recibido por el Papa la próxima semana y Sor Lucía Caram medita un nuevo twet con el que excitar a la parroquia madridista. Este 2015 está resultando divino, que diría mi admirado Boris Izaguirre. Tras la invocación del espíritu de Juanito, que debió pensar que era mejor que los vivos se arregalaran entre ellos y dejó a su Real Madrid en manos de lo terrenal, en la capital han iniciado un proceso de beatificación de Cristiano Ronaldo que me tiene ojiplática.

Es curioso como viven la realidad a 600 kilómetros, como la reescriben, como la comunican y como la tergiversan. Me saltaban las lágrimas el lunes en El Chiringuito de Jugones escuchando a mis compañeros de los medios de la zona. Y a ex jugadores del Realísimo, como Guti, al que casi abrazo para consolarlo de tamaña pena. El portugués está triste. El portugués no está pasando su mejor momento personal y deportivo. El portugués está superado por sus circunstancias. El portugués es un santo bendito que parece que no haya roto un plato y que aunque reparte estopa como cualquier otro futbolista, en su caso tiene una trascendencia emocional que va más allá del vulgo vulgaris. Ya. Voy a "santateresiarme" y ponerme trascendente. Porque parece que sea el único al que ha dejado la novia, al que no le salen las cosas en un partido y el que tiene un mal día. Como él es el más guapo, el más rico y el más de todo, le afectan más los insultos en la grada, las provocaciones de los jugadores rivales en el campo y el olor de la sangre en los tobillos. Porque a él le dan igual que a los mejores, igual que a los Messi y a los Neymar. Como decía ayer Luis Enrique, el contacto a veces va más allá del cariño. Y te rompen la cara, claro. Y te comen la moral. Y te mosqueas. Y pierdes el control y agredes. Y te echan. Y si encima sales del campo con la cara roja, acariciándote el escudo de campeón y menospreciando la sencillez del equipo de casa, tienes poco perdón. Aquí y en el reino de los cielos.

La campaña de beatificación de Cristiano en Madrid es un infierno. La imagen que intentan proyectar del portugués es poco menos que la de los querubines de la Madonna de Rafael. Un santo con un mal día en la oficina. Pues como cualquier hijo de vecino. El auténtico CR7 es éste, el que vimos en Córdoba y cuya esencia es de difícil mutación. Hoy conoceremos su sanción y no creo que vaya más allá de dos partidos y dos padrenuestros. Y aqui paz y después, gloria.