TEATRO DEL BUENO

La última pitada

Xavi Hernández saluda a la grada del Camp Nou tras la final de la Copa del Rey 2014-15 frente al Athletic Club

Xavi Hernández saluda a la grada del Camp Nou tras la final de la Copa del Rey 2014-15 frente al Athletic Club / sport

Carles Sans

Veo la final de la Copa del Rey en un televisor que nos han instalado detrás del escenario del Gran Teatro de Córdoba. La función había empezado a la misma hora que el partido. Justo en un instante en el que entro para cambiarme de vestuario veo a Messi regatear a varios leones y marcar un gol de antología. No puedo aguantar mi entusiasmo y grito "¡Gooool!" Un gol que llegó hasta el patio de butacas del teatro. Me arrepentí como profesional y me alegré como culé.

Vaya por delante que yo no pitaría a ningún himno porque sé lo que significa para muchas personas y puedo entender que se ofendan por ello. También pienso que eso de los himnos se sobrevalora mucho, como muchas otras cosas a las que en esta vida se les da una trascendencia que, a distancia, roza lo absurdo. Pero en fin, con los sentimientos topamos y con ellos las personas se pierden por senderos a veces muy intrincados.

Escribo esta columna pensando que ya se ha hablado mucho de las pitadas, así que voy al grano manifestando que me agradó lo expresado hace unos días por Xavi Hernández, que no es otra cosa que lo que muchos pensamos. Dijo: "La gente ha de tener la libertad de expresarse públicamente". Sí señor; aunque a otros muchos no les guste. Felicito a Xavi por haberse manifestado tan claramente con respecto a un asunto de la calle, cosa rara en un futbolista.

Silbar es un signo de desaprobación, de rechazo, pero no creo que se pueda interpretar como un insulto, a pesar de que la RAE apunte que insultar es ofender con palabras o acciones. Si silbar se considera un insulto, entonces en todos los partidos, desde que el fútbol es fútbol, se ha insultado; como a muchos políticos. El abucheo, aunque ofenda a quien va dirigido, no es un insulto sino un rechazo que se ejecuta con voluntad de que quede patente. Y creo que castigando o intimidando se consigue bien poco. Porque si se abusa de autoridad lo siguiente será mandar a la policía a que arreste y multe, algo que recordaría a épocas que algunos, por lo que se ha visto esta semana en Madrid, echan aún de menos.

Xavi añadió: "Lo que hay que buscar es por qué se producen esos silbidos", y yo digo que tal vez si a esa indagación le añadimos buena voluntad, se dará el primer paso hacia la solución de un problema que dura demasiado tiempo.