Lamenta no conquistar el oro en 'Sidney 2000'

Xavi: "Tengo la espina clavada de los Juegos de Sidney"

El centrocampista del Barça revive en un libro varios recuerdos de los Juegos Olímpicos de Sidney y lamenta no haber podido lograr la medalla de oro para completar el que sería "un palmarés impoluto"

EFE

Los Juegos Olímpicos cambian ciudades e incluso países, pero sobre todo a las personas que participan en ellos. Catorce mitos del deporte, como Fermín Cacho, Xavi Hernández, Manel Estiarte, Andrea Fuentes o Juan Antonio San Epifanio desgranan en libro 'Ser Olímpico' los secretos de esa experiencia inolvidable.

'Entrando en la curva fue cuando vi que Chesire se abría bastante y me dejaban el carril de dentro prácticamente para mí. Por aquí voy, es por aquí Fermín. Me protegí un poco para evitar codazos y, cuando pasé, ya me dije a mí mismo que iba a muerte hasta el final. Cuando quedaban 50 metros, ya me vi campeón olímpico'.

Fermín Cacho rememora así el que fue uno de los hitos imborrables de Barcelona'92. Apenas tenía siete años, pero el mágico instante del atleta cruzando emocionado la meta con los brazos extendidos quedó grabado para siempre en la retina del periodista Ferran Martínez, autor del libro 'Ser Olímpico' (Editse Editorial).

"Recuerdo estar en Montjuïc ese día, mirando desde detrás de una valla a la que me aupó mi padre. De repente, la gente se puso de pie y empezó a gritar mientras Cacho entraba en la recta final. Todo el estadio le empujaba", explica el autor de una dinámica obra con capítulos a modo de charlas en las que catorce deportistas abren de par en par sus recuerdos más íntimos en primera persona, desde Cacho a Jesús Ángel García Bragado, Epi, Juanín García, Joan Llaneras, Kiko Narváez, Xavi Hernández, Gervasio Deferr, Paco y Pol Amat, Isabel Fernández, Andrea Fuentes, Natalia Via-Dufresne y Manel Estiarte.

Xavi tiene la espina clavada de la plata de Sidney

Así, el futbolista Xavi Hernández admite que, con la perspectiva de una carrera en la que lo ha ganado todo, ahora valora más lo que habría supuesto lograr un oro olímpico en Sydney 2000.

'¡Me cago en la leche! -exclama Xavi en el libro-. Es lo que pienso ahora repasando el currículo y veo la plata en los Juegos. Tengo esa espina clavada. He tenido la gran suerte de jugar en el Barça y en la selección española y poder ganar muchos títulos. Pero si hubiéramos ganado el oro, el palmarés sería impoluto'.

Sus fantasmas, sus anhelos, sus sueños. Como los de Kiko Narváez, quien reconoce que el oro en 1992, con dos tantos suyos en la final, fue como recibir el "carné de futbolista", junto a un Pep Guardiola que ya mostraba por ese entonces su espíritu de entrenador sobre el césped. "Fue mi ángel de la guarda. Y yo obedecía, claro", relata.

También las lágrimas del exbaloncestista 'Epi' al ver a su ídolo Sergei Belov como último portador de la llama olímpica en Moscú, sin imaginar que doce años después él sería "el Belov de Barcelona". O cómo el waterpolista Manel Estiarte comprendió que, para ser un líder, no basta simplemente con ser la estrella del equipo.

Estiarte reconoció su egoísmo inicial

'Al principio era muy ambicioso, egoísta, lo quería todo para mí. No era mala persona, pero pensaba que ser líder significaba ser el mejor, el que más goles marcaba. Y un jugador es completo cuando comprende que debe celebrar sus goles con todos sus compañeros. Si lo celebras solo, te falta algo', reconoce Estiarte en su capítulo.

Momentos dulces y otros terribles, como el que supuso para Joan Llaneras la muerte de su amigo Isaac Gálvez; el positivo por cannabis de Gervasio Deferr; los nervios de Andrea Fuentes en Pekín, casi desmayándose antes de saltar a la piscina; o la aún lucha incansable de García Bragado para ser medallista tras cinco Juegos.

"Uno piensa que para ser olímpico tienes que ser un afortunado y un superdotado talentoso", recuerda el autor del libro. "Pero todos han tenido que sacrificarse, fracasar, perder y volver a empezar".

Con Londres a la vuelta de la esquina, Martínez tiene claro que la generación española que ahora llega tiene su raíz en la explosión deportiva de los Juegos de Barcelona. "Fue definitivo". Como lo fue para él sentir, con los ojos de un niño, aquella magia de 1992.