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El último deseo de Tito Vilanova

El técnico sugirió a Rosell, que ya había dimitido como presidente del Barça, que Roura y Altamira tenían el perfil idóneo para reforzar el proyecto del fútbol base

Tito Vilanova le pidió un favor profesional a Rosell

Tito Vilanova le pidió un favor profesional a Rosell / sport

Ivan San Antonio

Tito Vilanova no quería dejar ningún cabo suelto antes de morir. Dedicó los últimos días incluso a preparar su propio entierro, que pidió que se llevara a cabo en la más estricta intimidad. Su esposa Montse siguió al pie de la letra sus instrucciones, pese a que al club se le fue luego de las manos al convertir el funeral público en un espectáculo que el propio técnico habría rechazado sin pensarlo. 

Pero el de Bellcaire no solo dejó atado su adiós, sino también el futuro de sus familiares y de sus amigos más íntimos. Dos de ellos, Jordi Roura y Aureli Altimira, le acompañaron siempre en su camino vital. Desde que se conocieron en La Masia hasta su último aliento. Vilanova los quiso siempre a su lado en el primer equipo blaugrana porque confiaba ciegamente en sus conocimientos. Durante sus últimos días de vida, en una de las visitas que habitualmente le solía hacer Sandro Rosell, le expuso su preocupación por el futuro de ambos en la entidad. Tito sabía que el Tata Martino no seguiría como entrenador una segunda temporada y que habría cambios en el banquillo. Eso suponía también cambios profundos en el cuerpo técnico, puesto que la duplicidad de cargos en la primera plantilla no podía mantenerse más de un año. En definitiva, Vilanova tenía claro que Roura y Altimira no seguirían con su labor en el primer equipo. No solo por amistad, sino por fe ciega en sus capacidades, Tito le expuso a Sandro, que ya había dimitido como presidente del Barça, la necesidad de que ambos continuaran en el club, aunque fuera con otras responsabilidades. De hecho, el de Bellcaire concretó su propuesta aconsejando que ambos trabajasen juntos en el fútbol base. Vilanova, un enamorado de la cantera, estaba convencido de que sus ayudantes eran las personas adecuadas para dirigir las categorías inferiores. Ya entonces se especulaba en el seno de la entidad blaugrana con la posibilidad de que hubiera cambios en la dirección, como más tarde se acabarían confirmando con la destitución de Guillermo Amor y el adiós relativamente pactado de Albert Puig. 

Cuando Rosell tomó la decisión de marcharse, en ningún caso tenía la intención de mandar en la sombra, aunque las circunstancias le obligaron a trasladar el deseo de Tito Vilanova a sus excompañeros de junta directiva. En este caso, fueron el presidente, Josep Maria Bartomeu, y el vicepresidente deportivo, Jordi Mestre, los que supieron de la propuesta por boca de Sandro. A partir de ahí, la voluntad de Puig de dejar su cargo facilitó los cambios en la dirección del fútbol base y, más adelante, Amor también fue invitado a marcharse. En ese sentido, la sanción de la FIFA por los fichajes de menores de edad nada tuvo que ver con el desarrollo de los acontecimientos. El club tenía pensado introducir cambios en la cantera mucho antes de que la FIFA se pronunciara y el consejo de Tito Vilanova solo sirvió para poner dos nombres encima de la mesa que la entidad también consideró idóneos para reforzar el proyecto en las categorías inferiores. Las piezas acabaron encajando y el deseo del de Bellcaire pudo hacerse realidad.