Materia reservada

El Tata Martino se queda sin discurso

Llega el momento de la verdad y el técnico argentino está demostrando que no se mueve cómodo en aguas pantanosas

Javier Miguel

Es evidente que el Tata Martino no es ni por asomo Pep Guardiola –el de Santpedor sometía a sus jugadores a un acoso y derribo sistemático del que era muy difícil relajarse ni un minuto durante la temporada–, ni tampoco alcanza a Tito Vilanova –mucho menos vehemente  que su colega en sus arengas y discursos pero igualmente persuasivo– ni tan siquiera a Frank Rijkaard –más disciplente a la hora de poner orden pero capaz de pegar un golpe en la mesa si veía que las cosas se estaban descontrolando–, pero lo que no sabíamos es la escasa capacidad de reacción –por no decir nula– que tiene el entrenador argentino a la hora de afrontar crisis de calado. 

De hecho, en la plantilla nos recuerdan que el Tata solo se saltó el guión durante el descanso del partido de Champions frente al Ajax a finales de noviembre del año pasado cuando conminó a sus pupilos que se podía perder, “pero no hacer el ridículo” tras el 2-0 que lucía en el marcador en el descanso. Al final se maquilló un tanto el resultado con el gol de penalti de Xavi, pero que no impidió la primera derrota de la era Tata tras 21 partidos consecutivos sin perder.

Mucho ha llovido desde ese día en el que Martino quiso poner orden –casi cuatro meses–, han sucedido cosas buenas y últimamente sobre todo malas, pero lo que no ha cambiado es la poca capacidad del entrenador de tomar el timón y marcar el rumbo.

La prueba más fehaciente se vivió ayer tras sufrir una derrota humillante ante uno de los colistas de Primera. Es normal que el Tata pase de puntillas en el vestuario nada más acabar el partido, pero lo que no es tan habitual es que el día después, tras casi 24 horas de reflexión, el entrenador continúe sin aportar soluciones, ya sea arengando a los suyos o abroncándolos directamente. 

Esta falta de liderazgo es la que pueden acabar acusando al final los jugadores, que se encuentran en el momento más bajo, anímicamente hablando, de la temporada, conscientes que  han dado un paso atrás casi decisivo en la Liga –por primera vez esta temporada ya no dependen de ellos para ganar el campeonato– y que se juegan los otros dos títulos de la temporada –Champions y Copa– en poco más de un mes.

HUNDIDOS

Nos cuentan que el vestuario de la Ciutat Esportiva era ayer un funeral: caras largas y silencios llamativos. Ni música, ni risas, ni comentarios jocosos, ni nada de nada. El problema es que el entrenador también se unió a esta depresión colectiva. El hecho de que hoy salga a hablar un jugador como Alexis tampoco sería una decisión acertada al necesitar la afición un mensaje optimista por parte de alguien de más calado.

El Tata se encerró en su despacho con los suyos, durante la sesión matinal tampoco abrió la boca, se quedó al margen, rodado de su guardia pretoriana y cediendo sus labores al segundo de a bordo, Jorge Pautasso.

 La sensación que está trasmitiendo el técnico argentino en los últimos días en el seno del vestuario es que se le está acabando el recorrido y que cada vez cuenta con menos recursos para hacer reaccionar a sus hombres. 

Es evidente que el Tata no fue el principal culpable de la derrota en Valladolid –los jugadores afrontaron el partido sin la actitud necesaria para salir airosos del envite–, pero tampoco supo inocular en ningún momento a los suyos el espíritu necesario para al menos acabar dando la cara. 

De hecho, tras la derrota en San Sebastián, el entrenador se autoflageló, dejando al margen a los jugadores, y asegurando que la culpa había sido suyo por “no haber sabido leer correctamente el partido”. Los jugadores en esta ocasión se salieron de rositas, pero en Pucela, el Tata evitó una vez más incidir en sus pupilos, asegurando que “no era un problema de actitud”, mientras sus hombres en ese mismo instante reconocían abiertamente que había habido “un problema grave de actitud e intensidad”.

Martino se encuentra en un punto de inflexión importante en su aventura en el Barcelona. O demuestra ser capaz de reaccionar y llevar al equipo hacia arriba o el declive del mismo será tan evidente como ineluctable en los próximos meses.

El problema subyacente que existe es que el entrenador vigente del Barcelona ya reconoció en su día en una rueda de prensa que tenía muy claro que él se iría “tarde o temprano de Barcelona, pero vosotros (refiriéndose a los periodistas) seguiréis aquí”. Está muy claro que no es la mejor forma de demostrar implicación y compromiso con un proyecto que ya empezó un tanto cojo, al desistir en verano, con la colaboración inestimable de Andoni Zubizarreta, de incorporar a un central, cuando el propio Tito Vilanova y el entonces presidente Sandro Rosell habían dado el visto bueno a la operación.

Además ni el propio Martino tampoco ya es capaz de garantizar su continuidad, pese a tener un año más de contrato.