JOHAN CRUYFF (1947-2016)

El día que Johan Cruyff dijo: "Salid y disfrutad"

Seguramente fue su frase más recordada y la que le catapultó como un genio absoluto en la historia del fútbol.El 20 de mayo de 1992 en Wembley se empezó a escribir su leyenda como entrenador

Johan Cruyff, sentado en el banquillo de Wembley, mintutos antes de haber pronunciado la célebra frase

Johan Cruyff, sentado en el banquillo de Wembley, mintutos antes de haber pronunciado la célebra frase / sport

JAVIER MIGUEL

Johan Cruyff había sido monaguillo antes que fraile. Cuando vio que sus jugadores estaban un tanto impresionados y tensos por lo que se les venía encima -uno no juega una final de la Copa de Europa todos los días-, decidió sacarse de la manga una de esas frases que según cómo acabe el partido te puede acabar pesando como una losa a lo largo de tu carrera. Cruyff desestimó hacer una larga arenga ni dar una charla farragosa sino que optó por una frase simple y transparente, que no admitía dobleces ni malentendidos: "Salid y disfrutad".

Y eso es lo que hicieron sus pupilos en el campo de Wembley el 20 de mayo de 1992. Tras 120 minutos de gran fútbol, con prórroga incluida, el Barcelona levantaba su primera Copa de Europa de la historia. Atrás quedaron de un plumazo las finales de Berna y Sevilla. El Barcelona había derrotado no solo a la Sampdoria de Lombardo y compañía sino también al peso de la historia, que le había dedicado sus páginas más dolosas, con la final ante el Steaua de Bucarest en 1986 como episodio más sangrante.

Pero este holandés, desgarbado, enfundado en su eterna gabardina gris y sus gafas Ray Ban, fue capaz de romper una maldición que se alargaba en el tiempo de forma alarmante, sobre todo porque en aquel entonces el Real Madrid ya lucía seis Copa de Europa en sus vitrinas.

Cruyff preparó muy bien la final. Sabía que el equipo llegaba en un momento de forma espectacular tras arrebatarle la segunda posición al Atlético de Madrid y colocarse solo a dos puntos del Real Madrid de una Liga que acabaría ganando 'in extremis' en la última jornada gracias al "amigos para siempre" Tenerife.

El once que saltó al tapiz verde de Wembley ha quedado para siempre en la memoria de todo culé que se precie: Zubizarreta bajo los palos, en defensa una línea de cuatro integrada por Ferrer, Nando, Koeman y Juan Carlos, un mediocampo con Guardiola, Eusebio y Bakero, y un tridente que ya tenía su miga por aquel entonces formado por Laudrup Julio Salinas y Stoichkov.

Boskov alineó para la Sampdoria un equipo con jugadores veteranos y correosos con el portero Pagliuca, el centrocampista Cerezo y el delantero Vialli como grandes animadores, y con la presencia de Lombardo, que acabó siendo el mayor peligro para el Barcelona en la final.

CRÓNICA

Cuenta la crónica del SPORT  que en el partido "pasaron muchos minutos antes de que llegara la primera ocasión clara". El autor fue Ronald Koeman, el jugador que estaba llamado a entrar en la historia del Barcelona por la puerta grande, aunque él no lo supiera en aquel momento. Pronto Lombardo empezó a enseñar los dientes, "pero gracias a Zubizarreta que salvó un gol cantado cuando parecía que el balón del italiano entraba por toda la escuadra".

Pero la segunda parte fue 'in crescendo' a nivel de oportunidades, con una muy clara de Julio Salinas "driblando en un palmo de terreno y dentro del área a tres marcadores; cuando nadie se lo pensaba metió el pie derecho y la pelota fue sacada con la punta de los dedos por Pagliuca".

Mientras, Lombardo seguía siendo el gran quebradero de cabeza de los blaugrana, "centrando a Vialli un pase espectacular que fue fuera de bien poco". 

Stoichkov tuvo en sus botas la ocasión más clara para los blaugrana en los primeros 90 minutos, "estrellando un balón a la cepa del poste cuando Pagliuca estaba ya batido".

Cruyff quiso apretar más el acelerador en los últimos minutos, poniendo sobre el campo a Goikoechea por Julio Salinas, para dar más profundidad y velocidad en las bandas.

Y si Hristo estuvo a punto de abrir el marcador, a la zaga le fue Vialli "con una vaselina cruzada que salió a escasos centimetros del poste derecho".

La prórroga solo tiene un nombre propio: Ronald Koeman y el minuto 111. Cuando la tanda de penaltis rondaba ya en la cabeza de todos -y el recuerdo de Sevilla tampoco estaba tan lejos- a Eusebio le hicieron una falta al borde del área. "Los italianos protestaron porque sabían el peligro que significaba. Stoichkov tocó en corto para Bakero y éste paró el esférico para que Koeman conectara un derechazo impresionante. Superó la barrera al portero. ¡¡¡¡Gol!!!! ¡La Copa de Europa era azulgrana!".