UN PERFIL ALEJADO DEL FUTBOLISTA CONVENCIONAL

Rakitic, el croata con acento andaluz

Futbolista humilde, tranquilo y familiar, la vida de Rakitic está llena de curiosidades 

Esther Blasco

Ivan Rakitic se aparta del perfil predominante entre los futbolistas. Tranquilo, familiar y discreto, su presencia en la noche sevillana ha sido prácticamente testimonial a lo largo de sus tres años y medio en la capital hispalense. Pero las curiosidades en la vida de este jugador van mucho más allá.

Nacido en Rheinfelden (Suiza) hace 26 años, hijo de un croata y una serbia, una de las decisiones más importantes que ha tenido que tomar en su vida fue la selección con la que quería competir. Llegó a jugar algún partido con Suiza, pero no tardó en darse cuenta de que su corazón, como sus amigos y gran parte de su familia, eran croatas. Su decisión le valió incluso amenazas de muerte por parte de algún suizo descerebrado, pero nunca se ha arrepentido de su elección. También su país se lo ha tenido en cuenta. De este modo, cuando falló el penalti decisivo que eliminó a Croacia de la Eurocopa 2008, con solo 20 años, nadie se lo echó en cara.

Después de jugar en el Basilea y el Shalke, Rakitic llegó a Sevilla en enero de 2011 sin hablar ni una sola palabra en castellano. Le bastaron unos meses y la inigualable ayuda de la que hoy en día es su esposa, Raquel Mauri, para adoptar un divertido acento andaluz, con el que se ha ganado el cariño de la afición del Sevilla.

Su familia política y su hija, que no llega al medio año, son sus auténticas pasiones. Como futbolista de elite, Rakitic podría haberse mudado a la zona más exclusiva de Sevilla, sin embargo, sus paseos por el humilde barrio de Pino Montano, donde viven los padres de Raquel, son habituales hasta el punto que los vecinos lo saludan con naturalidad. Su único signo de ostentación es el pequeño pendiente de brillantes, con sus iniciales, que luce en el lóbulo de su oreja izquierda.

Rakitic suele explicar el nivel de integración con la familia de su esposa, todos ellos sevillistas de pro, con un ejemplo: “Un día fallé un penalti con el equipo, cuando llegué al vestuario y miré el móvil tenía un mensaje de mi suegra. Me había enviado una foto de mi perro diciendo que él tiraba los penaltis mejor que yo”.

Una de sus máximas en la vida es que la familia está por delante de todo. De hecho, no tuvo reparos para casarse solo dos días antes de un Sevilla-Betis, “no imaginé que nos pondrían el partido en viernes y planifiqué la fecha con mucha antelación, no lo iba a cambiar todo por el partido, el fútbol es importante pero mi vida familiar lo es todavía más”.

El jugador nunca sale de fiesta, pero es un fan declarado de la Semana Santa y la Feria de Sevilla. En honor al ambiente de la ciudad abrió un bar restaurante al que llamó ‘Dinain Tapas & Copas’. El local funcionaba de maravilla, pero su proximidad con el Benito Villamaría provocó el asedio de los radicales del Betis y no le quedó más remedio que cerrarlo.

Su amistad con Robert Prosinecki, de quien se declara fan, le podrá servir para saber qué se encontrará en Barcelona. Otro de los aspectos que diferencian al croata del resto de futbolistas es que su intención, cuando cuelgue las botas, es no seguir vinculado al deporte. Antes de dedicarse al fútbol de elite, empezó a cursar arquitectura. Solo pudo dedicarle 7 meses, pero no descarta retomarlo cuando cuelgue las botas.