Un Camp Nou sin humo

El puro, una especie en vías de extinción en el Estadi

Aunque la imagen del cigarro humeante ya era casi inexistente, pronto se convertirá en pasado y formará parte de la historia

Ivan San Antonio

El olor a butifarra, la butifarra y el frankfurt en sí, la radio y sus auriculares y, cómo no, la bufanda, la camiseta, con Qatar Fundation, que lo invade todo, en ella. Nada de eso desaparecerá, en principio, del Camp Nou. Pero existe una especie en vías de extinción, que tiene los días contados ¿si Rajoy no se saca una ley de la manga y lo remedia¿ y que hace muchos años ya que vive una decadencia imparable. Se trata del puro, ese cigarro enrollado con una hoja de tabaco. Quedan pocos en el Camp Nou y, el 1 de enero, no quedará ninguno.

El Barça-Zaragoza de ayer fue el primer simulacro con el que el club dio el primer paso hacia la aniquilación de una imagen histórica, más allá de si era saludable para quienes la protagonizaban, que es es otro tema. Los tiempos cambian y el humo desaparece. No solo el humo de los puros, sino el de los cigarrillos, las pipas e, incluso, el de los porros, que, camuflados por el tabaco de liar, habitaban en libertad por las entrañas del Camp Nou.

Los responsables de seguridad tenían ayer órdenes de recomendar, a todo aquel que vieran dando una calada, que se abstuviera de seguir llenándose los pulmones de nicotina. El único espacio en el que se permitía era, paradójicamente, la grada, junto al resto de socios y aficionados, fuesen o no fumadores. Algunos se negaron a acatar las órdenes, muy pocos, excusándose en que ya lo harán a partir del 1 de enero, cuando la prohibición sea oficial. La mayoría, en cambio, lleva tiempo sin molestar a sus vecinos de asiento con un humo que no habían pedido. “Con tanta prohibición, te aniquilan como persona, pero entiendo que a éste (refiriéndose a quien tiene sentado al lado), que no fuma, no tiene por qué aguantar mis cigarros”, analiza Pere, un socio que roza los 40 años. “A mí me da igual, el partido dura hora y media, estamos al aire libre y no me molesta”, responde su amigo Enric. Acto seguido, Pere enciende un cigarro.

Es un caso excepcional. En la grada muy poca gente se atreve ya a fumar. Sí lo hacen en los pasillos interiores, desde los que se ven los exteriores del Camp Nou. Ayer, en cambio, era al revés. Se fumaba en la grada y no se hacía en los pasillos. La recomendación evitó que, como pasa en las zonas para fumadores de ciertos aeropuertos, hubiera que entrar con machete para apartar la nube densa como la maleza que se generaba. “Aquí no molestamos a nadie. Bueno sí, a nosotros mismos. No entiendo que, al descanso, no podamos venir ni aquí a fumar”, se quejaba Javier, liándose un pitillo que extrae de una bolsa verde. Acto seguido, uno de los stewards del Camp Nou le pide por favor que no fume, que lo haga en su asiento, y le explica que, a partir del 1 de enero, ya no lo podrá hacer en ningún sitio. “Pues cuando no pueda, no lo haré. Pero ahora me lo fumo”, contesta antes de encendérselo.

Aunque sea solo en la grada, los fumadores tendrán aún cuatro oportunidades más de fumar en el Camp Nou. Será ante la visita de Levante y Rayo en la Liga, del Bate Borisov en la Champions, y de L¿Hospitalet en la Copa. Este último será el último encuentro, el 21 de diciembre, en el que el puro formará parte del Estadi.

Ayer, los encargados de hacer llegar las nuevas reglas a los asociados quedaron muy satisfechos por la respuesta recibida por parte de los afectados.