El central quiere volver a ser el número uno en su puesto

Piqué da un paso adelante

Tras un mes de ostracismo ‘chupando’ grada y banquillo, el central catalán se revolvió a su destino, reaccionando con rabia, coraje y liderazgo

Piqué está jugando a un gran nivel

Piqué está jugando a un gran nivel en los últimos partidos / sport

S.B.

Gerard Piqué llegó a pensar que se le había acabado el chollo en el Barça. Un mes fuera de la titularidad sin lesiones por en medio parecía un argumento más que sólido para pensar que se había acabado definitivamente la época de las vacas gordas. Luis Enrique se había convertido en su verdugo o a lo mejor fue su irresponsable conducta con el incidente con la guardia urbana –con denuncias incluidas– la que acabó dando pábulo a un castigo que se alargó durante un mes –desde el 25 de octubre al 22 de noviembre penó el central catalán por los banquillos–. 

Pero llegó el día que Piqué se dejó de ‘chorradas’ –bombas fétidas, salidas de tono, mundiales de póker y faranduleo varios– para centrarse en su profesión. A partir de ese día, un nuevo Piqué eclosionó, demostrando que si este verano dijo que quería volver a ser el número uno del mundo en su sitio no era un farol ni un órdago sino una promesa en firme, un juramento en toda regla.

Piqué lo ha jugado todo, desde el 22 de noviembre que recuperó la titularidad ante el Sevilla en el Camp Nou. Pero ese dato es ya una anécdota si se va un poco más allá porque Piqué ha recuperado algo que tenía en el cajón de sastre estos últimos años: su capacidad de liderazgo.

Su exhibición de fuerza, coraje y ambición en el partido ante el Getafe fue simplemente soberbia. Hacía tiempo que no se veía al jugador tan metido en un partido, tan implicado en busca de una victoria que desgraciadamente no llegó, pero que el no cejó hasta el último suspiro en buscarla denostadamente.

Piqué además vuelve a ser aquel jugador que da tranquilidad atrás, que sube el balón como los ángeles y que remata las jugadas de estrategia con la inquina de un demonio –lleva dos goles en los últimos cuatro partidos de Liga–.

Está claro que el central ha dado un paso al frente, pequeño si se quiere pero de la suficiente relevancia que permiten soñar con retos más importantes. 

Piqué ha marcado su territorio en una posición que parecía no tener dueño fijo con el técnico asturiano. Mascherano, Bartra y Mathieu llegaron a estar uno o dos escalones por delante de Piqué, pero el catalán se revolvió a su destino, se puso las pilas y empezó una progresión que le ha llevado a adelantar a todos ellos y ser ahora la pieza fundamental donde se edifica la retaguardia.

Dicen en su entorno que su estado físico es ahora inmejorable –ha rebajado hasta los 83 kilos que le marcó Guardiola como idóneo para su metabolismo– y su mentalidad tras el ‘castigo’ ha salido reforzada.

Nadie le puede marcar los límites a Piqué porque solo el central sabe hasta dónde puede llegar. Luis Enrique ha conseguido ‘picar’ el orgullo del catalán y su reacción no se ha hecho esperar. Lo que está claro es que al final todos han salido ganando: Piqué, Luis Enrique y el FC Barcelona.