CONFIDENCIAL

Neymar pidió perdón a sus compañeros

El brasileño se encerró con el resto de jugadores en el vestuario del Sánchez Pizjuán tras su salida de tono para expresar su arrepentimiento y anunciar que no lo volvería a repetir 

Algunos jugadores azulgranas, en un entrenamiento

Algunos jugadores azulgranas, en un entrenamiento / sport

Javier Miguel

El padre de Neymar júnior apareció hace quince días ante las cámaras de Cuatro después de un partido en el Camp Nou para asegurar que su hijo ya había solucionado su incidente tras ser sustituido en el Sánchez Pizjuán y que ya lo había arreglado todo con Luis Enrique. Recordemos que ese incidente al que se refería el padre del jugador brasileño se escenificó el pasado sábado 11 de abril ante el Sevilla cuando un enfurecido Neymar se encaminó hacia el banquillo tras comprobar que en el tablón de cambios aparecía su número 11, realizando gestos y aspavientos sin parar, sin dirigir la mirada a su técnico –ni tan siquiera Rafinha y Mascherano fueron capaces de calmarlo–, siguiendo con su retahíla de exabruptos sentado en el banquillo hasta el final del partido. Aquel día, Luis Enrique se refirió explícitamente a la actitud de Neymar como “chuminadas” en la rueda de prensa posterior al partido.

Pues bien, SPORT ha podido sacar un poco más de luz a lo que ocurrió después de ese partido. Para empezar el padre de Neymar dijo una media verdad, ya que si bien es cierto que su hijo arregló su salida de tono en el Sánchez Pizjuán, en ningún caso hubo un acercamiento con el cuerpo técnico.

Nos explicamos. Al entrenamiento siguiente tras el empate ante el Sevilla –el equipo tuvo el domingo día de descanso–, los capitanes se reunieron antes del entrenamiento con el jugador para pedirle explicaciones por su conducta y para que hiciera un acto de contricción público porque con su actitud le había faltado el respeto a los compañeros. Los capitanes también le recomendaron que hablara con Luis Enrique para evitar que la situación se acabara enquistando innecesariamente.

 Neymar aceptó sin ningún tipo de reparos los consejos de los capitanes, reconociendo que su postura no había sido la más adecuada y que el vestuario se merecía una explicación. Así pues, Neymar esperó pacientemente a que llegaran todos los jugadores para encerrarse dentro del vestuario con la plantilla y pedir públicamente perdón por su actitud, asumiendo que no había mostrado el respeto debido a los compañeros con sus gestos –no hay que olvidar que el jugador que sustituía Neymar era ni más ni menos que el capitán Xavi Hernández– y que no lo volvería a repetir, añadiendo además que tiene muy claro que es uno más del grupo y que si ha venido aquí es a sumar y no a dividir.

Evidentemente, sus explicaciones convencieron al grupo, que apoyó incondicionalmente a su compañero porque había sido capaz de asumir su error y además hacerlo de una forma pública, mostrando en todo momento su humildad, compañerismo y profesionalidad.

Sin embargo, donde Neymar se mostró inflexible y no quiso dar su brazo a torcer fue a la hora de abordar la segunda fase del acto de contricción, donde tenía que ir a hablar con el entrenador para evitar males mayores y reconducir la situación. En este sentido, el crack brasileño se mostró tajante, al asegurar que no tenía nada que decirle al técnico.

Curiosamente desde este arrepentimiento público sin luces ni taquígrafos, pero con la presencia de todos los jugadores, Neymar cuenta todos sus partidos como titular y sin haber sido sustituido en ningún momento, por lo que parece que su gesto de arrepentimiento le ha servido además para conseguir su objetivo prioritario, que no es otro que jugar todos los minutos y ayudar al equipo a la victoria.

Pero este suceso también confirma la difusa relación existente entre los cracks y Luis Enrique. Que el brasileño no quisiera pedir perdón al técnico, demuestra que sigue existiendo una gran distancia entre algunos jugadores y el entrenador. Messi fue el que abrió la caja de los truenos en Anoeta y parece que Neymar también se ha subido al carro. Desconocemos cuáles serán las consecuencias finales –por ahora deportivamente el equipo va como un tiro–, pero a medio o largo plazo está claro que este no es el mejor camino. Tal vez por eso Luis Enrique sea tan esquivo cada vez que se le pregunta por su futuro.