Mourinho sí puede fichar a Marquinhos

Marquinhos, jugador del PSG

Marquinhos, jugador del PSG / sport

Joaquim Piera

Marquinhos no está en el Barcelona, porque el PSG se lo impidió. El último verano, el club francés se cerró en banda ante todas las embestidas blaugranas para hacerse con los servicios del defensa brasileño, objeto de deseo de la secretaría técnica desde hace casi un lustro. 

El presidente catarí del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, se negó en rotundo que uno de sus jugadores preferidos reforzase un rival directo en la Champions. El Barça, que ya había contratado Umtiti, llegó a ofrecer 50 millones de euros, entendiendo que esta era una apuesta segura y que Marquinhos sería el ‘central para una década’ que tanto se deseaba. 

Este año la historia será diferente. Los parisinos sí que aceptarán la oferta del Manchester United, de 70 millones de euros, y Marquinhos, se convertirá en uno de los pilares defensivos del segundo proyecto deportivo de Mourinho en Old Trafford.

Si los catarís entraron en cólera cuando llegó la oferta blaugrana, a través de los agentes de Marquinhos, con el United sí que se sentarán a negociar. Los dirigentes del PSG se la tienen jurada al Barcelona y el clima que reina entre los dos clubes es de guerra fría.

El PSG vendió, por 16 millones, a Digne, que estaba cedido a la Roma, porque no entraba dentro de los planes deportivos de Unai Emery. 

En el Parque de los Príncipes, consideran que el Barça maquinó, a las espaldas del PSG, el fichaje de Marquinhos durante varias temporadas seguidas y esto les tocó el orgullo, porque el Barça lleva el patrocinio de una empresa cataría. 

El Barcelona, por su parte, también está muy descontento con el PSG. El club no dudó en llamar a París para reprender la reunión que Nasser Al-Khelaïfi tuvo en junio de 2016, en Ibiza, con Neymar padre e hijo, donde le trasladaron una oferta mareante.

La presencia en París de un ex blaugrana, como Patrick Kluivert, que es el director deportivo del PSG, y el hecho que la directivas de los dos clubes se encontrasen, por partida doble, en los actos protocolarios de los cuartos de final de la Champions no ha servido para limar asperezas.

El PSG no quiso ni sentarse para valorar la oferta del Barça. Otra cuestión paralela fue el papel que adoptó el propio Marquinhos, que en ningún momento pensó en plantar cara a los dirigentes catarís para forzar su salida. El central solo tomó la iniciativa para negociar personalmente con Unai Emery, Kluivert y directivos del club su liberación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde acabó conquistando el inédito oro para los brasileños al lado de Neymar Jr. y Rafinha. 

Marquinhos no se mojó para ir al Camp Nou aunque considerase que su etapa en París ya estaba agotada. Esta temporada, sus agentes se sentaron con Kluivert. No solo rechazaron una primera oferta de renovación – su actual contrato expira en junio de 2019 – sino que dejaron muy claro que no aceptarían cualquier otra propuesta y que si el club decidía mantenerlo, Marquinhos saldría gratis en 2019.

El Barça se ha olvidado de Marquinhos. Ni la directiva ni la secretaría técnica no están por la labor de intentar abrir nuevas vías de diálogo con el PSG, porque saben que los resultados serán infructíferos. 

Además, con la operación Philippe Coutinho en abierto, la obligatoriedad de reforzar los dos laterales y el buen papel de Umtiti, el Barça no puede dedicarle 50 kilos a un central. Los nombres que se barajan rondan entre los 20 y 30 millones.

A ello hay que unirle el hecho que los grandes ingleses, con sus mecenas insuflando recursos a doquier, tienen mucho más músculo financiero. El Chelsea, que acabó repescando a David Luiz por 30 millones de euros, ofreció en 2016 60 millones por Marquinhos. 

Ahora, el mejor posicionado es el United, que tras un primer año muy gris de Mourinho (tendrán que buscar el billete de la Champions ganando la Europa League), tirarán la casa por la ventana para recortar la distancia con el Chelsea y sus otros adversarios. Por eso, no tienen ningún reparo en protagonizar la transacción más cara de la historia.