El dominio de Leo recuerda a los tiempos de Michael

Messi y Jordan: Cuando Dios se viste de corto

"Sí, se puede comparar a Jordan". Guardiola no dudó en poner a Leo a la altura de Air Jordan y los números y las sensaciones secundan al técnico

J. Giraldo / D. Peyret

El sábado 19 de abril de 1986 Michael Jordan avisó a Danny Ange, entonces escolta de Boston, que en 24 horas pondría el Boston Garden patas arriba. Según la versión oficial, MJ dejó esta perla: “Os voy a meter 50 puntos y vamos a ganar”. Pero, al parecer, el bueno de Michael fue más allá y soltó una perla más propia del playground: “I gonna kick some ass” (lo que viene a decir patear una parte del cuerpo muy determinada).

El encuentro, el segundo que enfrentaba a Bulls y Boston en la ronda inicial de los playoffs, fue una oda al deporte con dos prórrogas, una actuación abrumadora de Bird y un tipo que parecía acercarse al cielo en cada canasta. Se le conocía como Air Jordan y sumó 63 puntos. Tras el encuentro Bird dejó una de esas frases que perduran en la memoria tras consultar los números de Michael. “Creo que hoy era Dios disfrazado de Michael Jordan”.

El rey del aire siempre tuvo en las adversidades un resorte para superarse. Hasta el punto que dejó la NBA ¿momentáneamente¿ para cumplir el sueño de su padre y probarse en el béisbol. “Mi actitud es tal que, si me empujas hacia algo que piensas es una debilidad, entonces daré vuelta esa debilidad percibida y la convertiré en una fortaleza”, decía. Esa misma actitud fue la que le llevó a volver a hacer historia en el sexto partido de los playoff de la NBA de 1998 en Utah. Entonces robó un balón a Malone y con 18 segundos por delante ejerció de `killer¿ cuando nadie quería el balón. Cruzó el campo, tiró al suelo a su par con una finta y dio la NBA a los suyos. Dios volvía a disfrazarse a de jugador de baloncesto. Así era Jordan. Cuando se retiró por primera vez los Bulls le hicieron una estatua en la que se leía: “The best there ever was. The best there ever will be.” (El mejor que hubo. El mejor que habrá). Luego volvería para ganar tres anillos más. ¿La clave del triunfo? “He fallado una y otra vez en mi vida, por eso he conseguido el éxito”, asegura.

El dominio que ejercía Jordan en una pista de baloncesto sigue siendo irrepetible (ni Kobe ni Lebron han logrado sensaciones parecidas) y cuesta de encontrar casos parecidos en otros deportes. El martes Guardiola abrió una nueva puerta. “¿Se pueden comparar Messi y Michael Jordan?”, le preguntaron. Pep reculó primero (“Sí y yo soy Phil Jackson”) pero terminó por ahondar en el asunto: “Jordan dominaba en el baloncesto y Messi domina en el fútbol. Hay muy pocos que dominen con tanta suficiencia en sus deportes. Sí, se puede comparar perfectamente. Es el mejor en todos los sentidos. Es capaz de hacerlo todo y cada tres días”.

Las palabras del técnico, todavía en caliente, eran las de un tipo asombrado tras la enésima exhibición de Leo. Esta vez ante el Granada. Esta vez para convertirse en el mejor goleador de la historia del Barcelona. La `fiebre Messi¿ ha llegado incluso a la tierra de Jordan y, unas horas después de que Leo se merendase al Granada, en la televisión estadounidense se acordaron de él en un caño del base Jamaal Tinsley ante Oklahoma. “Lo podría haber firmado Messi”, tiró uno de los comentaristas.

Seguramente lo mejor que se puede decir es que la comparación no desmerece ni a Jordan ni a Leo. Ambos cuentan con personalidades diferentes (Michael nunca escondió un ego superlativo) pero les mueve una pasión insuitada por su profesión. “El baloncesto significa todo para mí, es mi refugio, mi paz”, sostiene Jordan. A la 'Pulga' no se le conocen otras aficiones más allá del balón, aunque al igual que Maradona parece tener ciertas licencias del más allá (también perpetró la mano de Dios). Como Jordan es un tipo insaciables y convierten el deporte en algo a menudo inexplicable. Del terreno de lo divino. En el Facebook ya existe un grupo que trata con humor el asunto: “¿Sabéis cuál es la única diferencia entre Dios y Messi? Que Dios no existe”.