Los taxis de la Masia: La ruta de los sueños

Los caminos a La Masia

Los caminos a La Masia / sport

Toni Frieros

Toni Frieros

Ferran Baqué Amat tiene 12 años y juega en el Alevín B del FC Barcelona. Llegó procedente del Manresa. Ni el chico ni sus padres dudaron ni un minuto en aceptar la oferta del club azulgrana a pesar de que viven... ¡en Puigcerdà!

Tampoco lo hicieron sus compañeros de equipo Joel Roca, llegado esta temporada del Camprodón (Ripollés), y Roger Coll, que vive en Falset (Priorat) y jugaba en el Reus.

Baqué, entre ida y vuelta, hace 300 kilómetros tres días a la semana, Roca se mete entre pecho y espalda unos 240 kilómetros y Coll, 270 aproximadamente.

Un taxista, cada uno dentro de su ruta, pasa a buscarlos a las cuatro de la tarde por sus respectivos colegios y, después de recoger a otros chicos por otros pueblos y ciudades de la misma ruta, los deja alrededor de las seis y media en la Ciutat Esportiva Joan Gamper de Sant Joan Despí.

Son tan solo tres ejemplos de los 169 que existen en el fútbol base azulgrana. La cifra es, sencilllamente, brutal, porque significa que el 80% de los jugadores del club, desde el Cadete A hasta el Prebenjamín, necesitan del servicio del taxi para poder entrenar semanalmente de lunes a viernes ya que los fines de semana, para competir, ya es responsabilidad de sus respectivas familias.

Un servicio vital

Hace muchos años que el FC Barcelona presta este servicio a sus jugadores. Xavi Hernández fue uno de los que lo estrenaron cuando en edad alevín fue fichado del Terrassa. 

El club azulgrana ha terminado por crear una enorme red logística para atender a todos sus ‘niños’, teniendo en cuenta que cada temporada hay altas y bajas y, por lo tanto, hay que cambiarla y redefinirla.

En la actualidad hay trece rutas de taxis que cubren las cuatro provincias de Catalunya. Una flota de 27 coches y un pequeño ejército de 44 conductores que tienen una gran misión y una gran responsabilidad.

Tanta que el FC Barcelona, con buen criterio, los ha incluido dentro del programa ‘Masia 360’ porque entiende que esos taxistas deben ser, y son, una prolongación de la parte formativa y educativa que tienen tanto en sus casas, colegios, como en el propio club. De hecho, hay chicos que pasan más horas a la semana con el taxista que con sus propios padres.

“Durante muchas horas al día los taxistas son responsables de ellos. Y por lo tanto tenemos que trabajar juntos, escucharles, amén de formarlos. Son vitales”, dice Jordi Roura, director técnico del fútbol formativo amateur del FC Barcelona.

Fue en una de esas reuniones cuando uno de los conductores de la ruta más larga alertó que los chicos cenaban siempre un bocadillo de regreso a casa.

Recogida la observación, el club ordenó a partir de ese comentario que todos aquellos que vivieran a una cierta distancia recibieran un tupper con cena caliente que sale cada día de la cocina de La Masia. Pasta, arroz, pollo, pescado, fruta, bebida...

“Hacemos de padres muchas veces y detectamos cosas que luego podemos compartir con los tutores de los chicos”, dice Toni Jurado, que lleva trece años de servicio en el club y hace la ruta de Sabadell con un minibús de trece plazas.

Eloisa Robledo, la única mujer en este ‘club’ de conductores, hace veinte años que es responsable de una de las tres rutas de Barcelona, la que comienza en Montcada: “Sabemos cómo les va en el colegio, cómo están jugando, si les preocupa algo a nivel familiar. Nos convertimos en algo más que simples taxistas para ellos y creamos con ellos una gran complicidad”. 

Jordi Albe hace una de las rutas más largas, desde el Priorat, y lleva solo dos años en el club: “La gran mayoría de ellos llegan a casa rendidos, dormidos, porque muchos tienen que hacer los deberes durante el trayecto y después cenar”.

Cuando tienen que estudiar están prohibidos los móviles en el coche. Tienen la obligación, también, de mantenerlo limpio y, por supuesto, ser respetuosos.

Víctor Munarriz es el taxista de La Masia. Es el encargado de acercar a los chicos al médico, dentista, cuando hace falta, de llevarlos al aeropuerto o recogerlos, y también es el responsable de los jugadores de baloncesto que viven en la residencia. Además, a las siete de la mañana va a Sant Andreu de Barca a buscar al alevín Bilal Achhibal y lo lleva a La Masia para después, con otros chicos, llevarlos al colegio León XIII, donde estudian.

Todos sueñan con llegar un día al Camp Nou. Es un largo camino. Un camino, eso sí, que hacen acompañados y bien guiados.