Los genes de la familia son poderosos

Los Alcántara, con el deporte en las venas

Los dos hermanos han heredado lo mejor de sus progenitores y han crecido en un ambiente que les ha llevado a vivir en primera persona el profesionalismo

Ivan San Antonio

Valeria era profesional del voleibol y Mazinho lo era del fútbol. La decisión de dejar Brasil por parte de él para jugar en la Liga les llevó a España y, más tarde, a Italia, donde decidieron convertirse en padres. Poco pensaron entonces que la madre daría a luz a un niño, Thiago, que seguirían la estela del padre, campeón del mundo con Brasil en 1994, ni que, más tarde, de nuevo en Brasil, naciese el segundo niño, Rafael, otro prodigio. La niña llegó en el tercer intento y optó por el baloncesto.

Son muchas las familias que agarran las bicicletas, los patines o las bambas para practicar deporte los domingos, pero muy pocas las que viven de ello. Los Alcántara son una de ellas. Aunque padre y madre ya no son pareja por cosas de la vida, los genes son poderosos y dotaron a Thiago y Rafa de unas virtudes con el balón que muy poca gente posee.

Explican que del padre han heredado la mayor parte de las virtudes, algo lógico teniendo en cuenta que todos ellos han elegido el mismo deporte. Mazinho fue un centrocampista defensivo, pero, como buen brasileño, no tenía problemas con el balón en los pies. Además del Mundial de 1994 en Estados Unidos, jugó en nueve clubs diferentes, destacando por encima del resto el Vasco de Gama (1985-1990) y el Celta (1996-2000), aunque también estuvo en la Fiorentina, el Palmeiras o el Elche. Valeria, la madre, tampoco destacó por su fidelidad a un solo club. Jugó en el Botafogo, el Fluminese, el América y el Poble antes de fichar por el Xuvenil Teis, donde, durante cuatro años, fue el emblema y su mejor jugadora.

De hecho, el pasado mes de julio aún fue capaz de ganar un torneo de voleibol playa en Vigo en categoría de veteranos. Valeria sigue viviendo en Galicia, donde volvió a ser madre, otra vez un niño. Bruno, como así se llama el pequeño, va para figura, o así lo aseguran quienes le han visto, a sus tres años, con un balón en los pies. El recuerdo de toda la familia en Vigo es imborrable. Solo así se entiende que, de forma periódica, rotativos como Faro de Vigo o La Voz de Galicia, sigan fijándose en ellos en sus páginas.

Pero el Celta es ya historia para los Alcántara, inolvidable, pero historia. El presente es el Barça y aquí es donde Thiago y Rafa pueden seguir la estela que iniciaron sus progenitores. De momento, el mayor ya se ha convertido en futbolista de la primera plantilla, con la que está participando mucho más de lo que su padre, Mazinho, se imaginaba en pretemporada. La temporada de Thiago es para enmarcar, puesto que, además del Europeo sub 21 que ganó en Dimarca, debutó, como así era su deseo, con la selección de Vicente del Bosque, por lo que ya no podrá hacerlo con ninguna otra. Todo lo contrario de lo que persigue Rafa Alcántara.

Rafinha, pese a que acude con regularidad a las inferiores de la Roja, quiere triunfar en la `canarinha¿. Antes, eso sí, deberá hacerlo en el Camp Nou. Ambos esperan encontrarse en el Estadi algún día. El menor de los Alcántara, aún juvenil, ya es el máximo goleador del Barça B esta temporada y apunta muy alto. Con dos años de diferencia entre uno y otro, verlos brillar juntos en el primer equipo no es ninguna utopía, más bien una realidad cercana.