Leo Messi y el Barça no se cansan de ganar

Toni Frieros

Toni Frieros

Messi, cual hechicero o prestidigitador, cambia el rumbo, el ritmo y el destino de un partido a su antojo. Parodiando a Guardiola, Leo es el puto amo. Ayer lo volvió a hacer en el Calderón, que cerrará para la eternidad sus puertas siendo testigo de la enésima exhibición de un jugador irrepetible.

Se presentó el Alavés al combate de su vida pertrechado con cinco defensas, tres centrales (Feddy, Ely y Gigaray). Y se encontró cómodo ante la lentitud de circulación de balón de un Barça contemporizador.

El partido tuvo el susto de la lesión de Mascherano al chocar con Llorente. El argentino tuvo que salir en camilla. Sin Vidal y sin Sergi Roberto, Lucho volvió a apostar por André Gomes.

Un incidente al que se sumó la jugada cómica de la noche. Un doble error de Piqué y Cillessen que no fue gol por el canto de un duro.

Y al ratito apareció Messi desde la derecha para asociarse con el otro mago del balón, Neymar y sacarse un zurdazo impecable que batió a Pacheco.

No tardó nada el Alavés, empujado por una maravillosa afición, en sacar su orgullo. Una dudosa falta de Iniesta la transformó en gol <strong>Theo</strong>, el nuevo  fichaje del Real Madrid. Un golazo por toda la escuadra. 

Moría  el primer tiempo cuando volvió a aparecer Messi. Su capacidad de asociación es asombrosa. Inició la jugada donde André Gomes asistió para que marcara Neymar. Y le regaló practicamente el gol a Alcácer ya sobre la bocina con un pase maravilloso. En dos minutos, el Barça se marchó al descanso con la final prácticamente en  el bolsillo. 

PARTIDO SENTENCIADO

Seguramente nos hubiéramos podido ahorrar el segundo tiempo, que empezó como había acabado el primero, con una asombroso pase de Messi que remató Alcácer y sacó brillantemente Pacheco.

Le faltó al Barça más ambición en esta reanudación, más ganas de ampliar el marcador. Permitió que el Alavés se estirara y se creciera, hasta el punto de obligar a Cillessen a salvar un gol cantado sacando un pie milagroso cual portero de balonmano.

Llegó un momento el que el Alavés tuvo más en balón y atacó más, algo inaudito porque son ganas de complicarse la vida. Con los vascos estirados, sin nada que perder, pasamos a vivir una final de idas y venidas, con el riesgo que ello conporta. 

El partido entró en un terreno fangoso con agresiones, protestas, empujones y cartulinas amarillas que estropeó la final. Viéndole las orejas al lobo, el Barça volvió a querer el balón, a dormirlo y hacer que el Alavés corriera como pollo sin cabeza.

Viendo Luis Enrique que la final ya no se escapaba, tuvo el bellísmo detalle de darlee diez minutos a <strong>Aleix Vidal</strong>, para premiarle por su enorme esfuerzo en la recuperación de su grave lesión. Y volvió, precisamente, para encarar al jugador que le había lesionado: Theo.

El Barça volvió a conquistar la Copa. Por tercer año consecutivo. Y ha cerrado, de paso, una temporada rozando el notable. El último partido de Luis Enrique no podía acabar de otra manera. Otro título y adiós por la puerta grande. Una puerta que se la abrió de par en par un gran Messi.