"Leo se iba del entreno para ver a Antonela"

Enrique Domínguez, en Rosario

Enrique Domínguez, en Rosario / sport

Vero Brunati

Vero Brunati

Enrique Domínguez fue futbolista pero no consiguió triunfar en el profesionalismo. Sí uno de sus hijos, Sebastián Domínguez, defensor de Newell’s y que llegó a jugar en la selección argentina. Pero por sus dos hijos, aceptó dirigir en las divisiones inferiores de Newell’s.

Con vocación docente, con amor, tuvo el privilegio de dirigir a Lionel Messi cuando tenía 11 años. Y ser uno de esos entrenadores más queridos por el crack. Fue en 1999, cuando dirigió la recordada categoría 87’. Y confiesa que cuando Leo se fue a España, ya no quiso seguir entrenando.

¿Cómo recuerda a aquel Messi?

Es como si todavía lo viera, menudito, chiquito. A veces lo recuerdo parado a mi lado, cuando escuchaba mis indicaciones. Escuchaba mucho. Pero entraba a la cancha y era descomunal verlo jugar ya entonces, marcaba la diferencia. Pero yo no le enseñé nada. Él ya sabía todo. Aprendió todo solo. Uno solo trató de acompañarle. El fútbol es la suma de talento, esfuerzo, y suerte. Él reunía todo, y talento por demás. Estaba llamado a ser el mejor de todos. 

¿A qué se refiere con que marcaba la diferencia?

A que Messi nació sabiendo de fútbol. Es natural en él, es su don. Haber nacido con todos los fundamentos del fútbol en la cabeza. Su cabeza iba mucho más rápido que las de los demás. Ya tenía la jugada en la cabeza antes de ejecutarla. Los padres de los rivales se asombraban al verlo. Se preguntaban: ‘¿Cómo puede ser que este chico haga esto?’ Era un fuera de serie, como ahora. 

¿Ya era un líder?

Sí. Era muy respetado por el grupo. Hablaba poco pero era un ejemplo para todos. Él siempre quería entrenar más. A veces se hacía de noche en el predio de Malvinas, los padres me pedían que cortara. Y él quería seguir entrenando. Y lo que él hacía, el grupo lo seguía. Era muy querido por sus compañeros, al punto que la mayoría de los chicos continúan siendo sus amigos. 

Le tocó vivir con él la etapa más dura del tratamiento de hormonas. 

Sí. Era impresionante cuando viajábamos verlo prepararse las inyecciones y pincharse las piernas. Era muy menudito, muy hábil, pero necesitaba ese tratamiento para crecer. Todo lo hacía con una naturalidad, como si supiera cuál sería su destino. Era un loco del fútbol.

¿Cuál fue el momento más difícil como entrenador?

Estos chicos estaban muy acostumbrados a ganar. Ganaban siempre. El día que perdieron fue muy difícil, para todos ellos. Yo les reuní y les expliqué también había que aprender a perder. Que no siempre se gana ni en el fútbol ni en la vida. Y que el rival había jugado mejor que nosotros. Y había que felicitarles. Que esta derrota nos debía servir para aprender y para mejorar. Que lo volveríamos a intentar. Leo estaba muy dolido. Pero terminó la charla y vino a darme un abrazo. Esas cosas tenía (se le entrecorta el relato porque se le caen las lágrimas). 

¿Cuál fue la mayor locura que le vio hacer?

Muchas. Leo se había quebrado las muñecas y no podía jugar y nosotros jugábamos un partido importante. Y se cae en el partido con un bolso. Y le pregunto a un papá: ¿Qué hace, que trae en el bolso? Y había traído las espinilleras y las vendas para demostrarme que si le necesitaba, él estaba dispuestos a jugar para ayudar a sus compañeros.  

¿Y cómo era en el trato?

Era un chico muy respetuoso. Callado pero cariñoso. Y así como era rápido en la cancha lo era afuera. Recuerdo que un día me sacó las llaves del auto sin que yo me diera cuenta. Y cuando entré en el vestuario estaban todos los jugadores en fila como si fuera un colectivo. Y Leo delante haciendo el ruido de un motor: brmmm, brmmm. Y me dice: ‘¿Buscabas esto?’, mostrándome las llaves. Y todos empezaron a reír. Era muy picado también. Yo nunca me di cuenta en qué momento me sacó las llaves. 

¿Es cierto que terminaba rápido de entrenar y se iba con un amigo a ver a Antonela?

Sí. Yo siempre me preguntaba por qué estaba tan apurado algunas veces para irse con Lucas (Leguizamón). Hasta que un padre un día me avisó. ‘Lucas tiene una prima que se llama Antonela. Y Leo se va con él para poder verla’. Este viernes será su mujer. Y no me extraña que la haya elegido a ella. Habla de como es él como persona, de su humildad, de su lealtad. Y ella parece tan sencilla. Han formado una familia hermosa. 

¿Ha vuelto a verlo?

No, desde que su papá me dijo que se iba no lo vi más. Tampoco quise volver a dirigir desde entonces. Más tarde me enteré que se habían ido a España. Y bueno, después todo lo que fue. Me he encontrado con su papá muchas veces. Yo era hincha del Real Madrid, pero desde que Leo fichó por el Barcelona soy fanático del Barça. A veces cuando veo los partidos me emociono mucho. Otras grito porque no puedo creer las cosas que hace. Los vecinos creerán que estoy loco. Pero me emociona mucho ver el jugador en que se convirtió. 

¿Qué le diría a este Leo?

Que sea feliz. Que cada día de su vida siembre la semilla del amor en su familia, que apueste por su mujer cada día y que le demuestre cuánto la ama. Esa chica es especial. Me emociona mucho verle convertido en un hombre. Y le deseo toda la felicidad que esta vida pueda darle a él y su familia.