Jordi Alba y la profecía del 21-M para ganar la quinta Champions

21 de marzo. Fecha señalada para el barcelonismo. Dos de los mitos azulgrana de la historia reciente nacieron en dicha fecha. 1963 fue el año en el que vino al mundo Ronald Koeman, un rubio holandés que estaba llamado a dar un violento golpe de timón en mayo del '92 para cambiar de lleno la historia del Barça con su célebre zapatazo a balón parado en la primera final de Wembley ante la Sampdoria.

Diecisiete años más tarde que el holandés, el 21 de marzo de 1980, nacería Ronaldo de Assís Moreia, conocido años más tarde como 'Ronaldinho', que aterrizaría en 'Can Barça' en el verano de 2003, dispuesto a dar un vuelco al clima de derrotismo en el que se encontraba inmerso el barcelonismo, tras la etapa más dura de la 'era Gaspart'. El 'Gaúcho' se echó el equipo a la espalda y firmó tres primeras temporadas brillantes que lo encumbraron, sin ningún tipo de dudas, como el mejor futbolista del planeta.

Su papel determinante en la consecución de la segunda Champions está fuera de toda duda: clave en octavos de final ante el Chelsea en Stamford Bridge y en el Camp Nou -donde firmó un golazo de bandera-, decisivo y goleador en Barcelona para resolver la incómoda eliminatoria de cuartos ante el Benfica, sublime en la asistencia en San Siro para brindar a Giuly el tanto que supuso el pasaporte a la final de París y un constante quebradero de cabeza para el Arsenal en la gran final de París. Con el gol de Belletti (2-1) el 'Barça de Ronaldinho' alcanzaba su clímax, tocando techo apenas tres años después de atravesar una etapa completamente oscura.

El testigo de los nacidos el 21-M se ha encargado de recogerlo otro futbolista total que, salvando las distancias, aúna las virtudes del holandés y del brasileño. A sus 24 años recién cumplidos, Jordi Alba viene protagonizando una Champions espectacular, donde se ha convertido en titular indiscutible y ha jugado un papel clave tanto en facetas defensivas como ofensivas. No en vano, el '18' azulgrana ha visto puerta en más de una ocasión gracias a dos tantos en el último suspiro: contra el Celtic en la fase de grupos, dando los tres puntos en el tiempo añadido y, especialmente, rubricando la clasificación del Barça para cuartos de final con el 4-0 al Milan.

Visto lo visto en los últimos meses, Jordi se ha ganado a pulso el derecho a soñar con jugar un papel protagonista en las próximas eliminatorias europeas y, quién sabe, ganarse un sitio privilegiado en la historia del barcelonismo en una nueva final de Wembley. A buen seguro que el recordado Koeman, que cumple medio siglo, lo recibirá como el mejor de los regalos. La profecía europea del 21-M cierra este jueves un nuevo capítulo. Lo mejor está por llegar.