Hulk sí es creíble

El delantero del Oporto, gran peligro del equipo luso, llega a la elite del fútbol europeo tras un extraño inicio en Japón

Javier Giraldo

Circulan varias versiones para explicar por qué en la camiseta de Givanildo Vieira de Souza, encima del dorsal '12', aparece el nombre de Hulk: su enorme parecido a Lou Ferrigno, el actor que encarnaba a La Masa, o su devoción por el personaje de Marvel, al que ya imitaba con tres años en su pueblo del estado de Paraíba, al noreste de Brasil. Pero de lo que no hay dudas es de que el apelativo se le ajusta a la perfección. Cuesta encontrar en el fútbol europeo un delantero tan potente y con tanta capacidad física como el atacante del Oporto, el gran peligro del rival del Barça en la final de la Supercopa de Europa.

Como en tantas otras historias, en la de Hulk se cruzó el azar para convertirle en un jugador de primer nivel. Apenas había noticias suyas hasta mediados de 2008, cuando un viaje a Japón de Antero Henrique, director deportivo del Oporto y mano derecha del presidente Pinto da Costa, le cambió la vida. Henrique había viajado a Asia para realizar otras gestiones relacionadas con la expansión internacional del Oporto y ver en directo a un par de jugadores. Y vio por casualidad un partido de la Segunda división japonesa con un tal Hulk como delantero centro del Tokio Verdy (el equipo vestía de verde, perfectamente a juego con su apodo). 37 goles en 42 partidos en su última temporada en Japón acabaron de convencer a los dirigentes del Oporto, que pagó 5,5 millones de euros por el 50 por ciento de sus derechos. La otra mitad correspondía a un club modesto uruguayo, Rentistas, participado por el agente Juan Figger, aunque al final de la pasada temporada, el Oporto se hizo con el 85 por ciento de sus derechos y le puso una cláusula de 100 millones de euros.

El viaje de Hulk a Oporto en 2008 tuvo algo de justicia poética. Había llegado a Portugal con 16 años para jugar en el Vilanovense, un equipo de las afueras de Oporto que ya sólo se dedica a formar chavales. Hulk tuvo problemas legales, pero nada que ver con la delincuencia: no tenía un tutor legal y ni siquiera pudo jugar. Acabó en Japón, donde el Kawasaki Frontale le cedió al Consadole Sapporo. Y de ahí al Tokio Verdy, donde le vio, por pura casualidad, el enviado del Oporto.

Desde que debutó en el equipo portugués, la progresión de Hulk ha sido espectacular. Acusado de individualista, le costó concebir el juego como algo colectivo. Pero aprendió a combinar y no perdió capacidad de remate. Llegó siendo un desconocido, entre las dudas de la afición, y ahora pelea por convertirse en el '9' titular de la selección brasileña.