Historia Sport

Francesc Satorra, 'The Observer', un bigote con más de tres décadas

Su imagen impasible mientras Mourinho le colocaba el dedo en el ojo a Vilanova ha dado la vuelta al mundo

Ivan San Antonio

Es lo que tiene estar en el sitio adecuado en el momento preciso. A Francesc Satorra le pasó, aunque no fuera voluntariamente y aunque no le haga ninguna gracia. Pero estaba ahí. Su imagen impasible, su leve elevamiento de la ceja derecha, su rostro inquietante es ya una de las imágenes del año.

'The Observer' o '#eldelbigote', como le quieran llamar, es ya uno de los personajes del año. Su nombre real, el que sigue viviendo cómodamente en el anonimato, es Francesc Satorra. Y ayer acudió al Camp Nou, como siempre ha hecho desde hace más de trenta años, para cumplir con su cometido. No tiene un cargo definido, pero su labor es imprescindible, aunque sea poco habitual y la luz de los focos nunca le alcancen.

Es lógico, teniendo en cuenta que su trabajo se desarrolla en las entrañas del Camp Nou, en los túneles en los que reposa la capilla con la imagen de la Moreneta. También en la zona mixta, donde la iluminación es más profana y atea. Por sus pasillos han pisado con sus botas futbolistas ilustres como Maradona, Romario o Ronaldinho. A todos ellos les ha conocido Satorra, y de todos ellos ha tenido que imprimir sus nombres en las alineaciones, una de sus labores. “Sesenta para el palco, cuarenta para la prensa y cuarenta para la zona mixta”, es una de sus órdenes antes de cada partido, pese a que las cifras pueden variar.

Satorra, si hubiera podido, se hubiera apartado, hubiera caminado lateralmente unos metros para no posar en una de las fotografías del año. No vio venir a Mourinho, su mirada inquietante se dirigía a otros frente. Pero estaba ahí, inmóvil, mientra Mourinho le metía el dedo en el ojo a Vilanova. Y lo estará ya para siempre. Satorra hubiera preferido mantenerse al margen, como siempre ha hecho, huyendo del protagonismo.

Pero no pudo. Su rostro quedará para siempre unido al de Mou y Tito. Una de las pocas veces que salió del túnel fue para entrometerse en una de las imágenes que pasarán a la historia de los clásicos. Satorra vive en Palamós y se desplaza para estar en el Camp Nou los días de partido. Tanto en la Costa Brava como en Barcelona ha tenido que atender a diversas peticiones de fotografías. No se siente cómodo y está deseando que todo pase. Su móvil nunca había sonado tanto.

Ha declinado todas las entrevistas y prefiere pasar página, pero cuando se le habla del momento esboza una leva sonrisa, si se le puede llamar así. Es casi imperceptible, como el movimiento de ceja que realiza el día del dedo en el ojo, pero existe. Satorra vivió la celebración de la Recopa del 79 en el Camp Nou. Desde entonces, su bigote se ha hecho amo y señor de los túneles del Estadi.