Guardiola y Rosell aclararán posturas camino de Minsk

Cumbre de altura

Pep quería reconocer los méritos que tiene la junta de Laporta en el éxito del Barça actual y así se lo dirá a Rosell

Toni Frieros

El pasado domingo por la mañana, Sandro Rosell se presentó en el gimnasio Arsenal, en la zona alta de Barcelona, contrariado y ciertamente afectado por las declaraciones que el sábado por la noche había realizado Pep Guardiola sobre la situación judicial que está viviendo el expresidente Joan Laporta y siete de sus exdirectivos, por un lado, y la acción social de responsabilidad por otro.

Guardiola y Rosell hablaron telefónicamente el mismo domingo y ambos quedaron para conversar largo y tendido durante el largo vuelo de avión que hoy tendrá que hacer el FC Barcelona, más de tres horas hasta la capital de Bielorrusia, Minsk, donde mañana miércoles el Barça se medirá al Bate Borisov en la segunda jornada de la Champions League.

Las dos caras más representativas del club azulgrana desean sincerarse, puntualizar algunas cosas y dejar claro porqué se han producido estas declaraciones, que han sorprendido a toda la junta directiva del FC Barcelona y a gran parte de la masa social.

Guardiola nunca ha escondido la amistad y la gran relación que tiene con personas que, por diferentes motivos, están enfrentadas a la actual junta, como son, por ejemplo, Cruyff y Laporta. El pasado jueves, sin ir más lejos, se produjo en el restaurante Drolma una comida que servía para poner punto y final a la vida culinaria del famoso establecimiento, que ha cerrado sus puertas de forma definitiva en el Hotel Majestic.

En ese almuerzo estuvieron, además de Guardiola, Cruyff y Laporta, Ferran Adrià, Juli Soler, Manel Estiarte, Joan Patsy y Txiki Begiristain. No fue un almuerzo para instigar ni preparar ninguna alianza o estrategia. Este grupo suele reunirse tres o cuatro veces al año en diferentes locales, como el Taller de El Bulli, o la Peixateria d¿En Toni, para hablar de la actualidad y consolidar su relación.

Pep, en esa comida, vio muy afectado a Laporta, pero ya llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza sobre de qué manera podía ayudar para que no exista esta profunda división entre la junta de Rosell y la formada por Laporta.

Guardiola pensó muy seriamente hablar en persona, cara a cara, con Sandro para pedirle que intercediera y que pusiera punto final a esta judicialización que vive el club, por el bien de la entidad, para buscar la unidad, de verdad, de todo el barcelonismo. El, que está en medio, no se siente cómodo viendo como a amigos suyos se les niega algunos méritos y encima han de ver cómo está en riesgo su patrimonio.

Pep quiso reflejar en sus declaraciones que si él está entrenando en el FC Barcelona es porque hubo una directiva que apostó por él a finales de 2007 y que los éxitos, el prestigio y la dimensión que hoy alumbran al club también son, en gran parte, responsabilidad de Laporta y de sus ex directivos. Y por eso solicita esa cuota de reconocimiento y generosidad que les pertoca.

El técnico llevaba mucho tiempo sintiéndose muy mal interiormente viendo, por poner sólo un ejemplo, cómo Rafael Yuste, por el que siente un enorme afecto, que no llegó al Barça hasta el 2006 y que estuvo con él codo a codo en el Barça B en Tercera División, ha de hacer frente a un aval que le puede llevar a la ruina. O que directivos como Joan Boix, que jamás pasaron un recibo de gasolina al club, y que trabajó con absoluta entrega y honestidad, hayan de pasar por este trago.

Guardiola no es feliz viendo que una junta directiva pone una demanda de acción social de responsabilidad contra otra, porque al final quienes resultan perjudicados son la entidad, sí, pero también seres humanos.

Ahora todo está en manos de los jueces y de los tribunales, pero a Pep le gustaría, y así se lo hará saber a Rosell, que la vida institucional del Barça fuera tan plácida y exitosa como la del primer equipo. Sin rencores, una familia...