Solo 4.000 barcelonistas creyeron en aquel equipo

La Copa que 'salvó' al Barça cumple 25 años

En los últimos años, el Barça ha coleccionado títulos, pero hace un cuarto de siglo una Copa del Rey ganada a la Real Sociedad supo a gloria bendita

Lluís Payarols

En los últimos 50 años, el FC Barcelona ha vivido épocas muy duras, casi desconocidas para los seguidores más jóvenes. Ganar una Liga podía suponer hasta catorce años de espera, como ocurrió en 1974. O bien once, como en 1985. La historia que ahora recordamos sucedió el 30 de marzo de 1988. Este sábado, el mismo día en que el actual Barça se enfrenta al Celta en Balaídos, se cumplen 25 años de un triunfo barcelonista que pocos, muy pocos, esperaban, pero que permitió respirar al club en el infierno que se había convertido aquella campaña.

Aquel 1-0 en el Santiago Bernabéu contra la Real Sociedad, gracias a un gol de José Ramón Alexanko, propició que el conjunto blaugrana no faltara por primera vez a su cita con las competiciones europeas. El Barça ganó ante poco más de 4.000 barcelonistas en las gradas de Chamartín. A diferencia de lo que pasa ahora, no hubo sorteo de entradas por la excesiva demanda. Todo lo contrario. El club devolvió más de la mitad de las localidades que recibió y la afición blaugrana fue minoría ante la multitudinaria caravana 'txuri urdin'. Pero al final esos pocos fieles regresaron a Barcelona contentos por un triunfo vital.

EL PEOR COMIENZO

Situemos los hechos. El Barça afrontaba una temporada 87-88 en la que aún coleaba la polémica entre el entonces presidente, Josep Lluís Núñez, y el centrocampista alemán Bernd Schuster, con episodios en los tribunales. Además, el 23 de septiembre de 1987, Terry Venables era destituido como entrenador del primer equipo tras un comienzo de Liga funesto, con solo una victoria en los primeros cuatro partidos. El inglés se marchó dejando una sentencia lapidaria: "El que yo me vaya no es una solución a los problemas". La directiva apostó por Luis Aragonés como sustituto, quien pidió a Carles Rexach como segundo.

Y a Venables no le faltaba razón. Aquel Barça no lograba pasar de la novena posición en el campeonato liguero, incluso luciendo aquellos negativos que figuraban en las clasificaciones hace algunos años. El 16 de marzo de 1988, el equipo de Luis quedaba eliminado de la Copa de la UEFA en cuartos de final, tras perder en el Camp Nou contra el que sería campeón del torneo, el Bayer Leverkusen (0-1), con un gol de Tita. En cambio, en la Copa del Rey lograba meterse en la final, tras eliminar sucesivamente al Murcia, Espanyol, Castellón y Osasuna.

Eliminados en Europa y viendo que la quinta plaza en la Liga -la última que daba acceso a la Copa de la UEFA- era casi una utopía, la Copa del Rey se presentaba como la única solución deportiva a una temporada negra en lo deportivo... y en lo extradeportivo. El vestuario andaba revolucionado en aquella época no solo por el 'affaire Schuster', sino también por los problemas con Hacienda por las retenciones de los contratos de imagen de los futbolistas, lo que derivó en el mes de abril de 1988 en el histórico 'Motín del Hesperia'.

DESÁNIMO (CASI) TOTAL

Se acercaba la fecha de la final de Copa, frente a una Real Sociedad que era segunda en la Liga, 8 puntos por debajo del Real Madrid de la 'Quinta del Buitre'. Un Madrid que, tras la jornada previa a la final copera, aventajaba al Barça en... ¡22! Conviene recordar que en aquella época, las victorias no valían 3 puntos, sino 2. 

28 puntos y 4 negativos figuraban en el casillero de un FC Barcelona que estaba más cerca del descenso -a solo cuatro puntos- que de la zona alta antes de viajar a Madrid para jugarse la Copa y la vida. Para colmo, el sábado anterior, los escasos 10.000 espectadores que se acercaron al Camp Nou para ver el partido contra el Betis estallaron tras el triunfo bético por 0-1. ¡Como para animar a los más indecisos a viajar a apoyar al equipo en la final!

El dato era elocuente. De las 13.000 entradas que la Real Federación Española de Fútbol dio a cada club para el choque del Bernabéu, el Barça devolvió 9.549. Es decir, en las taquillas del Camp Nou solo se repartieron 3.451. La Real Sociedad no solo agotó su cupo, sino que solicitó más, hasta llegar a las 24.835 localidades. Los seguidores donostiarras estaban convencidos de que aquella Real dirigida por John Toshack, con los hermanos Bakero, Txiki Begiristain, Arkonada, Zamora y compañía iba a regresar a Atotxa con la Copa. Y no desaprovecharon la oportunidad de viajar en masa a Madrid.

La minicaravana barcelonista llegó a la capital de España entre dudas y rumores. Uno de ellos era que Luis Aragonés podría dimitir si se perdía aquella final, a la vez que se especulaba con la posibilidad de que el exjugador Johan Cruyff llegara al banquillo antes de lo previsto. "Mantengo contactos con el Barça, pero no pienso ir a la final de Copa, ni a Barcelona hasta junio", declaraba a SPORT el holandés tres días antes del choque contra la Real Sociedad. 

Pero Luis no estaba para rumores y arengaba a la afición desde la sala de prensa: "Tengo fe ciega en el triunfo (...) Toshack tiene más miedo de lo habitual ", advertía el de Hortaleza tras el último entrenamiento realizado en el campo del Pegaso. Aunque para premonitorias, unas declaraciones en las que coincidieron el barcelonista Víctor Muñoz y el meta realista Arkonada: "La final la ganará el que marque primero".

CONFRATERNIZACIÓN EN MADRID

A primera hora de la mañana de aquel miércoles 30 de marzo de 1988 llegaban a Madrid los pocos autocares con seguidores del Barça. En otro lugar de la capital aparcaban los vehículos de la multitudinaria caravana 'txuri urdin'. Las escenas que se vivían en las calles eran de total deportividad. Los vagones del metro madrileño se teñían de blanquiazul con alguna que otra tonalidad blaugrana, al tiempo que resonaba el grito de 'Gora Euskadi, Visca Catalunya!'. 

Y llegó la hora del partido. Las 20.30 horas de aquel día, con las cámaras de TVE de testigos, si bien en aquella época el partido se emitía por La 2. Con los reyes de España y la infanta Elena en el palco presidencial, el árbitro salmantino -ahora comentarista y tertuliano- Joaquín Ramos Marcos pitó el inicio del choque, no sin antes atender a los informadores que le entrevistaban en los minutos previos, como también había concedido entrevistas a diferentes medios de comunicación en los días anteriores a la final, algo impensable en la actualidad.

"¡A Copa o muerte!", titulaba la portada de SPORT de aquel 30 de marzo de 1988. Y los jugadores barcelonistas salieron motivadísimos. Luis ganaba por momentos la partida a Toshack, aunque las ocasiones no llegaban. "El Barcelona maniató a la Real perfectamente. Se temía la inspiración de Begiristain pero Gerardo lo borró del terreno de juego, se temía a Loren y Bakero II -José Mari- pero Migueli y Alexanko se mostraron intratables en el juego aéreo, se temía las subidas de López Rekarte o Uría pero Urbano y Julio Alberto tapiaron sus respectivas zonas", explicaban nuestros enviados especiales Josep Maria Casanovas, Manolo G. Crespo y Javier Rodríguez Marzo en la crónica de aquel choque.

¡GOL DE TALÍN!

El electrónico del Bernabéu seguía reflejando el 0-0 inicial hasta que llegó el minuto 16 de la segunda parte, con el Barça atacando hacia la portería del Fondo Sur, donde estaba la numerosa afición de la Real. Schuster sacó una falta desde la derecha del ataque blaugrana, 'Talín' Alexanko no llegó al remate pero el balón fue a parar a Calderé, quien lo colgó otra vez al área. Urbano cabeceó como pudo y el cuero cayó a los pies de Gary Lineker, quien chutó. Arkonada rechazó hacia adelante y entonces apareció Alexanko para remacharlo a la red. Euforia en el Fondo Norte. ¡El Barça batía al favorito!

Fue un gol decisivo. Un gol que valía su peso en oro. Pudieron ser más pero Arkonada lo evitó. Cuando Ramos Marcos pitó el final, el Fondo Norte era una fiesta entre aquellos pocos culés que, como decía Luis en la víspera, tuvieron "fe ciega" en un equipo que no invitaba para nada a pensar en alegrías. Ganar aquella Copa del Rey fue un oasis en una de las temporadas más duras para el barcelonismo. Y también fue la llave que posibilitó que la siguiente era blaugrana empezara bien.

Sobre todo, porque la conquista de aquel título daba al Barça el pasaporte a la Recopa 88-89, la competición ya desaparecida que disputaban todos los campeones europeos de Copa. El FC Barcelona ya había sido campeón de ese torneo en 1979 -contra el Fortuna Dusseldorf- y en 1982 -ante el Standard de Lieja- y de esta manera seguía siendo el único club de la Liga española que desde 1955 había estado siempre presente en competiciones continentales.

Gracias a aquel gol de Alexanko, el Barça conquistó al año siguiente su tercera Recopa, en el desaparecido estadio Wankdorf de Berna, contra la Sampdoria (2-0). Por cierto, en aquella final marcó el segundo gol Aitor López Rekarte y jugó Txiki Begiristain, mientras que no actuó José Mari Bakero. Los tres fueron subcampeones de la Copa de 1988 con la Real y campeones de la Recopa de 1989 con el Barça.

Aquella era la primera temporada de Cruyff como entrenador. Luis Aragonés dejó el Barça a final de aquella campaña 87-88 -no sin antes acompañar a sus jugadores en aquel recordado 'Motin del Hesperia'- y la mayoría de aquellos campeones de la Copa de 1988 dejaron el club en junio del mismo año. Entre ellos, Bernd Schuster, quien, tras aquella final, decidió quedarse en Madrid y no viajar de regreso a Barcelona con el resto de la expedición.

Esta vez no se puede aplicar aquel tópico que se suele utilizar en estas ocasiones: "parece que fue ayer", porque el "ayer" de los actuales aficionados del Barça sigue registrando épocas doradas. Sobre todo, con aquel inolvidable 'Dream Team' que se consagró con la primera Copa de Europa en Wembley y las tres ligas seguidas en el último suspiro. Y también, con un gran inicio de siglo XXI, con la entronización de un estilo de juego inspirado en Cruyff pero defendido y hecho famoso por Pep Guardiola, la excelencia unida al éxito deportivo de una generación irrepetible.

No parece que fuera ayer, desde luego. Parece que hayan pasado diez siglos. Pero a veces es bueno recordar a las generaciones presentes lo que los aficionados del Barça sufrían en otras épocas, cuando una Copa del Rey no era un sorbo, sino la Copa de la vida.

LAS IMÁGENES DE AQUELLA FINAL