La contracrónica: ¿A qué juegas, Barça?

Suárez se quedó sin marcar

Suárez se quedó sin marcar / EFE

Dídac Peyret

Dídac Peyret

La maldición no existe, el pasado no tiene ninguna importancia. Luis Enrique se aplicó, el sábado, en alejar fantasmas. Pero ayer, poco antes de que empezara a rodar el balón, Messi dejó entrever el espíritu supersticioso del grupo. O, al menos, una poderosa sospecha. 

El ‘10’ decidió cambiar de campo para evitar –de entrada– la portería en la que el Barça había recibido goles en otras ocasiones. La sensación de ‘déjà vu’ no solo no disminuyó, sino que creció exponencialmente con el arranque del partido.

Porque fue el peor Barcelona en años. Desconocido, irreconocible, abrumado, desencajado, por momentos. “El peor partido de nuestra época”, en palabras de Luis Enrique. Pero no fue víctima de un hechizo o una maldición; el problema fue de juego. Y el empate pudo haber sido una derrota.

El día de la marmota

El Barça no jugó bien, pero no porque tuviera menos posesión que otras veces. Sino porque no ejecutó bien un plan. Ni con balón ni sin balón. Ni en una área ni en la otra. Hubo demasiada prisa y angustia para superar a una Real Sociedad formidable. 

La afición azulgrana asistió incrédula al desplome del equipo. A esa pesadilla que caracterizó tan bien Bill Murray de vivir eternamente el mismo día en Atrapado en el tiempo. Siete desplazamientos suma ya el Barça sin ganar en Anoeta.

El Barça tuvo un problema sobre todo de juego en Anoeta

Tan extraordinaria se ha convertido la historia de este estadio con el Barça, que la utopía es ahora ver una victoria azulgrana. Así de caprichoso puede llegar a ser el fútbol.

Y como las desgracias nunca vienen solas, llegaron los contratiempos. El (doloroso) susto de Jordi Alba. El tobillo renqueante de Piqué. Y un gol en contra con la complicidad del palo.  

Más preguntas que respuestas

“Doy por bueno el empate. El equipo no estaba en la primera parte; jugando así será muy difícil ganar la Liga”. Lo dijo Piqué aún con las pulsaciones a tope del partido. “Hemos estado desastrosos. Hablar de un punto es hablar de un milagro”, reconoció Luis Enrique.  

Un diagnóstico rotundo para un Barça que exhibió una imagen de impotencia frente a una Real efervescente. A otra velocidad. Incluso Eusebio parecía desencadenado en el banquillo. 

No había noticias de un Barcelona en el alambre, sin noticias del tridente, inferior incluso en la posesión. Las imágenes eran rotundas. Suárez clamando al cielo. Luis Enrique muerto de la rabia. Messi ensimismado. 

Ni siquiera el ‘10’ se pudo conectar al encuentro, aunque suyo fue el tanto del empate tras una jugada mágica de Neymar. El argentino recibió una asistencia formidable, se acomodó el balón, y marcó con precisión quirúrgica.

Fue solo un espejismo a pesar de los intentos de ‘Lucho’ de cambiar el tono del partido con la entrada de futbolistas como Denis por un Rakitic desconcertante. 

No fue suficiente y hubo unanimidad entre los jugadores del Barça en las valoraciones: la Real fue superior y hay que dar por bueno el empate (visto lo visto). La sensación es que fue algo más que un accidente porque este equipo suma dos victorias, dos empates y una derrota en los últimos cinco encuentros.

El Barça perdió incluso la batalla de la posesión

De ahí que la diferencia con el Madrid haya crecido. Seis puntos que dejan al Barça en el alambre a la espera de recibir al Madrid. Un partido para el que se espera al muy añorado Iniesta en un equipo que cada vez repara menos en el mediocampo. Signo de los nuevos tiempos.