Cinco claves para explicar el fin de la maldición de Anoeta

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Después de casi diez años y ocho visitas, el FC Barcelona se reencontró con la victoria en San Sebastián en un partido en el que el equipo de Luis Enrique sacó a relucir su versión más pragmática: tocaba trabajarse el triunfo y el Barça se puso manos a la obra desde que el colegiado González González lanzó el pitido inicial.

Estas son las claves del triunfo que cosechó el Barça en el estadio de Anoeta:

1 - Seriedad defensiva

El Barça perdió el control del partido durante buena parte de la segunda mitad, pero apenas concedió ocasiones claras a la Real: el triunfo en Anoeta se basó, en buena medida, en la actitud y el acierto de la línea defensiva, sobre todo de Piqué y de Umtiti. Los dos centrales jugaron un partido muy solvente, sin errores, concentrados en las coberturas y atentos en el juego aéreo. Los laterales, Sergi Roberto y Digne, pasaron ciertos momentos de apuro, pero su concentración defensiva también fue impecable.

Más allá de la línea de cuatro defensas, todo el equipo se implicó cuando el Barça no tuvo el balón: especialmente significativo fue ver a Neymar presionando la salida de balón de la Real. El centro del campo también trabajó de lo lindo, primero con Iniesta y Rakitic como escuderos de Busquets y luego con André Gomes y Denis Suárez. 

2 - Neymar, más enchufado que nunca

El brasileño Neymar fue el mejor del Barça en San Sebastián: no solo por provocar el penalti y marcarlo, sino por su capacidad para poner en apuros a la defensa rival y estirar a su equipo hacia la portería de Rulli. Neymar necesitaba un partido así, que le pusiera a la altura del rendimiento de sus compañeros del tridente.

El brasileño llevó a cabo una auténtica demostración de compromiso en un partido complicado, por el ambiente y por el árbitro, pero también por el frío. Acabó dándole la razón a su entrenador, que en la víspera había destacado su temporada, pese a que sus cifras goleadoras no son tan buenas como en años anteriores.

Estoy encantado con él, nos aporta mucho más que goles y me gusta la alegría con la que entrena y juega”, había dicho Luis Enrique horas antes.  

3 - Abstraerse del ambiente

El partido llegaba precedido por un ambiente especialmente intenso: la Real había solicitado cambiar el horario para no coincidir con el inicio de la ‘tamborrada’, la gran fiesta de la ciudad en vísperas del día de San Sebastián.

También hubo quejas, por parte del club vasco, por haber tenido menos días de descanso, ya que la Real había jugado el lunes por la noche y el Barça, el sábado por la tarde. Para fomentar la asistencia a Anoeta, la Real rebajó el precio de las entradas y dio color al estadio, repartiendo pañuelos azules y delantales blancos.

En conclusión, el Barça se encontró un ambiente especialmente hostil, frente a un club que se reivindicó ante el poderío de los grandes del fútbol español, y ese ambiente acabó por afectar al árbitro. González González amonestó a Neymar y a Messi por dos acciones que nada tuvieron que ver con el juego violento y sin embargo, apenas castigó con tarjetas las faltas de la Real. Solo Messi pareció descentrarse ligeramente tras el descanso pero en el global, el Barça supo jugar su partido más allá de las circunstancias: ni el frío ni el árbitro ni la intensidad de la grada pudieron con el equipo.

4 - Busquets recupera su mejor versión

El medio centro del Barça fue fundamental en la victoria en Anoeta: camino de su mejor versión, el centrocampista blaugrana sostuvo al equipo en los peores momentos, recuperó balones y mantuvo la posesión del balón cuando al Barça le interesó tener la pelota y anular los ataques de la Real. Volvió a ser un jugador regular, capaz de rendir de principio a fin, y aunque coqueteó con alguna pérdida de balón que hubiera sido comprometedora, le dio el punto exacto de equilibrio que necesitaba el Barça. 

5 - un tridente trabajador

Ni Messi ni Suárez marcaron en Anoeta, pero su trabajo fue impagable: ambos incordiaron en la salida de balón de la Real Sociedad, intentando robar balones en la zona de tres cuartos e incluso bajando al círculo central, en el caso de Messi, a colaborar en tareas defensivas y a iniciar la construcción de la jugada. No fue el día más brillante del tridente, pero fue uno de los partidos en los que más sacrificio demostraron los tres delanteros titulares, síntoma de que el equipo ha entrado en una gran dinámica: el Barça vuelve a moverse como un bloque, del portero al delantero centro.