El Barcelona, una trituradora de centrales

El caso de Marc Bartra es, seguramente, el más paradigmático de los vividos en materia de centrales durante las últimas temporadas en el Barcelona. Sin embargo, no es el único. Han sido muchos los futbolistas que han pasado por el Camp Nou en los últimos diez años, ya sea procedentes de la cantera o fichados de otros equipos, y que no han acabado de consolidarse en una plantilla que pide unas virtudes muy particulares a sus defensas y que muy pocos jugadores acaban cumpliendo.

El caso de Bartra, que abandonará el club de su vida este verano por ocho millones de euros, es diferente porque, en su caso cumple con todas las características que un central debe tener en el Barça. No solo porque sus virtudes innatas lo convierten en un jugador idóneo para el sistema, sino también porque ha crecido en el fútbol base blaugrana, lo que da un plus muy difícil de encontrar fuera. Sin embargo, Luis Enrique no ha acabado de confiar en él y, harto de esperar, ha decidido dar un paso al frente y seguir su carrera lejos del Camp Nou.

En la última década cinco han sido los futbolistas que han jugado con regularidad en esa posición: Carles Puyol (15 temporadas), Gerard Piqué (8), Márquez (7), Mascherano (6) y Gabi Milito (4). De esos cinco, Puyol y Milito ya están retirados, Rafa juega en el Atlas mexicano y solo dos siguen en el equipo, pese a que Mascherano se está planteando su futuro y existe la posibilidad de que abandone el club este verano.

Durante este tiempo, han pasado muchos centrales que no han acabado de consolidarse. Existen casos muy dolorosos, puesto que la inversión realizada por ellos ha sido importante y nunca encajaron en el juego que practica el Barcelona. El caso de Dmitro Chygrinskiy es el más importante. El Barça, en 2009, pagó 25 millones de euros por su fichaje al Shakhtar Donetsk, pero su carrera en Barcelona duró solo una temporada. 

Tampoco Martín Cáceres, previa inversión de 16,5 millones al Villarreal en junio de 2008, pudo hacerse con la titularidad. La razón, en su caso, es que Gerard Piqué, que costó 5 millones, le ganó la partida pese a que los planes para él eran que empezara a rodarse como suplente, algo que quedó descartado en pocas semanas. Martín acabó rindiéndose y se fue a la Juventus al cabo de un año.

El ejemplo de Piqué debería haber servido para que muchos otros centrales procedentes de la cantera tuvieran su oportunidad en el primer equipo, pero no ha sido así. Más allá de Marc Bartra, que ha tenido la paciencia suficiente como para sumar cuatro temporadas como miembro de la primera plantilla, también han pasado por el Camp Nou Marc Muniesa, Andreu Fontàs o Sergi Gómez. El hoy futbolista del Stoke City no tuvo suerte porque, durante la pretemporada con la primera plantilla de julio de 2012 se lesionó gravemente de la rodilla y eso evitó cualquier opción de progresar. Fontàs llegó en marzo de 2011 al primer equipo y lo abandonó en octubre de 2012 para jugar en el Mallorca. En su caso otra lesión grave tampoco le permitió consolidarse. 

Mucho más atrás en el tiempo quedan casos como los de Dehú o Christanval, pero que sirven también para explicar lo complicado que es para un equipo como el Barcelona encontrar defensas centrales que sean capaces de asumir la responsabilidad que significa jugar atrás de blaugrana. Vermaelen es el último caso. Llegó con la etiqueta de ser un futbolista con muchos problemas físicos y, tristemente, no la ha abandonado en el Camp Nou, pese a que durante el inicio de esta temporada logró encadenar una serie de partidos que permitían ser optimistas. 

Luis Enrique cuenta, a día de hoy, con cinco centrales: Piqué, Mascherano, Vermaelen, Mathieu y Bartra, pero solo Gerard y el francés tiene su futuro asegurado en el Barcelona, lo que obligará, pase lo que pase con el resto, mirar al mercado para reforzar la defensa. Robert Fernández tiene un trabajo muy delicado entre manos y la prueba está en los muchos precedentes expuestos. Han aparecido los nombres de Lemos (UD Las Palmas) o Marquinhos (PSG), peo lo único seguro es que no se puede fallar.