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El día que el Barça rechazó a Luis Enrique

En su etapa como juvenil pasó cuatro días a prueba en el club blaugrana, pero acusó los nervios y los técnicos le descartaron

Javier Giraldo

En aquella época, Isidoro Sánchez había dejado su puesto en el Real Avilés y se dedicaba a reclutar jugadores para el Barça en todo el norte de España. Dedicaba su tiempo a ver partidos por Asturias y a leer atentamente la prensa local, que ya hablaba maravillas de un chaval alto y flaco del CD La Braña, un equipo del barrio de Tremañes, en Gijón, que marcaba goles con una facilidad asombrosa. 

Se llamaba Luis Enrique y venía rebotado del Sporting, que lo había descartado con once años. “Me puse a seguirle muy de cerca, tanto en los partidos de casa como en los de fuera”, cuenta Isidoro Sánchez, que no tardó en redactar un informe para el fútbol base del Barça, coordinado entonces por José Luis Romero, después de comprobar el rendimiento de Luis Enrique en la selección juvenil asturiana. “Trabajábamos con una premisa muy importante: buscábamos buenos futbolistas, pero también buenas personas; nos preocupábamos del entorno personal y familiar del jugador, y de que su comportamiento fuera del campo fuese correcto”. Luis Enrique cumplía el perfil, así que desde Barcelona llegó una invitación para probarse en las categorías inferiores del club blaugrana. 

En cuanto la recibió, Isidoro se fue a buscar la firma del presidente del modesto club gijonés. “Era una autorización para pasar una prueba con el equipo juvenil del Barça, para que no hubiese problemas en caso de lesiones o imprevistos”. Isidoro también fue a hablar con Nely y Luis, los padres de ‘Lucho’, en su piso de la Avenida de Portugal de Gijón. No pusieron ningún impedimento: Luis Enrique pasaría prácticamente una semana en Barcelona. Fue su primer contacto con la ciudad y con el club. Corría el mes de abril de 1988 y Luis Enrique estaba a punto de cumplir 18 años. 

Las cosas, sin embargo, no salieron bien. Al joven aspirante le pudieron los nervios: viajó en avión, en compañía de Isidoro Sánchez, y nada más aterrizar en El Prat, perdió el billete de vuelta, fruto del nerviosismo. El Barça, que ya había pagado los viajes de ida y vuelta, le tuvo que sacar otro billete. 

Se alojó en el hotel Rallye, a pocos metros del Camp Nou, y su primera prueba tuvo lugar en los viejos campos de tierra anexos al estadio. “Era un martes, y nada más empezar el entrenamiento, empezó a notar molestias en los adductores, algo extraño, porque nunca había tenido lesiones en esa zona. Desde el club le dijeron que no se preocupase, que se tomase un respiro el miércoles y el jueves, porque el viernes estaba programado un partido de entrenamiento con el Juvenil. Aquellas molestias fueron por culpa de los nervios”, explica Isidoro. 

Luis Enrique dedicó ese miércoles y ese jueves a pasear por aquella Barcelona preolímpica; de ahí datan sus primeras fotografías en la ciudad. El jugador asturiano Emilio Gutiérrez (por entonces ya en la cantera del Barça y en la actualidad, ojeador del club en Asturias) le hizo de cicerone. 

Llegó el viernes y Luis Enrique volvió a calzarse las botas. Era el día de la prueba definitiva, un partido con el Juvenil en el que jugaban Tito Vilanova y Aureli Altimira, ante la atenta mirada del implacable ‘jurado’ del club, los entrenadores del fútbol base y responsables de la cantera: José Luis Romero, Oriol Tort, Martínez Vilaseca, Quique Costas y Carles Rexach. Fue Romero, máximo responsable de la cantera, quien se acercó al hotel para comunicarle las malas noticias. “Has hecho poco”, le dijo. “Sí, ya lo sé”, respondió Luis Enrique, cabizbajo y resignado, antes de emprender el viaje de regreso a Asturias. 

Su equipo, el CD La Braña, le esperaba para jugar un partido importante en el final de la temporada. Los técnicos del Barça le animaron a seguir trabajando, pero días después le dijeron a Isidoro Sánchez que no hacía falta que siguiera tras la pista del futbolista. El resto de la historia es conocido: acabada aquella temporada el Sporting le repescó. Jugó una temporada en el Sporting Atlético antes de dar el salto al primer equipo. En 1991 le fichó el Real Madrid y en 1996, ocho años después de aquel fallido viaje a Barcelona, aterrizó en el Camp Nou, ya para quedarse hasta su retirada, en 2004.