Informe de Martí Perarnau

El Barça es favorito

Martí Perarnau fue testigo privilegiado de la primera temporada de Pep Guardiola en el Bayern de Múnich y narró aquella experiencia en las páginas del libro 'Herr Pep'. El técnico catalán le autorizó a observar todo cuanto ocurría en el vestuario del conjunto alemán

El Bayern no está en forma y tiene activado el modo supervivencia

El Bayern no está en forma y tiene activado el modo supervivencia, según Perarnau / sport

Martí Perarnau

Rafinha, Benatia, Badstuber y Alaba sería una probable defensa titular de Pep Guardiola. Hoy, los cuatro están en la enfermería. Solo por esta razón, el Barça de "los tres pepinos" en ataque es favorito ante el Bayern para alcanzar la final de la Champions. Pero hay algo más. Incluso más importante: Robben y Ribéry son los mejores atacantes del campeón alemán, los que han dejado su impronta en el último lustro, cuando el Bayern ha alcanzado cuatro semifinales consecutivas, dos con Heynckes, dos con Pep. Hoy, ni Robben ni Ribéry están disponibles con lo que el entrenador tiene rota su línea defensiva y quebrada la identidad atacante. Añadamos un agravante: esto dura desde hace una enormidad de meses. El Bayern ha batido esta temporada un récord negativo en Europa: cada día del curso ha tenido un mínimo de seis jugadores lesionados simultáneamente y no por razones musculares (solo ha sufrido cuatro roturas serias). Ningún otro equipo en la historia ha sufrido a diario un 23,7% de bajas (el ratio del Barça es del 6,3%; el del Chelsea, del 2,5%). Quizás por ahí pueda comprenderse mejor el enfado del jefe ejecutivo Rummenigge con los anteriores servicios médicos, ya dimitidos.

Incluso sin esta merma constante de efectivos, lo que ha condenado a los sanos a un desgaste fuera de lo común, el Barça continuaría siendo favorito por dos razones fundamentales: su ataque mortífero, ejemplificado como nadie en un Messi fulgurante; y su momento de forma, excepcional y oportuno. El Bayern actual no está en forma, sino activado en modo supervivencia, parcheando las bajas con recursos que son excelentes jugadores, pero que le cambian mucho el rostro al equipo. Aportemos un dato: desde que llegó al Bayern, han transcurrido 671 días y ni en uno solo de ellos ha dispuesto Pep Guardiola de toda su plantilla para entrenar o jugar...

Pero la adversidad también ha generado cosas positivas. A cada nuevo herido, el grupo se ha solidificado un poco más, como sucede siempre que un colectivo padece algún tipo de traumatismo o dolencia. A cada nueva lesión, los jugadores sanos han respondido con un sobreesfuerzo, visibilizado por muchas vías, sea en las redes sociales o sobre el propio terreno de juego. Este fenómeno de autoprotección culminó el pasado sábado, cuando tras vencer en Hoffenheim en condiciones más que complejas, el entrenador reunió al equipo para demostrarles lo orgulloso que estaba de dicho comportamiento: “Para mi, estos jugadores siempre serán mis héroes por lo que están haciendo en las últimas semanas”. 

Quizás ninguna reacción sea más visible que la del martes, cuando el equipo arrolló al Oporto con un vendaval de juego inesperado, de la mano de un Thiago superlativo y un Lahm recién levantado de la cama por enfermedad. Fue una noche en la que también se lució Guardiola de manera especial, pues diseñó unas vías de ataque que durante media hora no solo descuartizaron al conjunto portugués, sino que lo desconcertaron y sumieron en la incomprensión hacia un sistema de juego que parecía de otra categoría.

El Bayern que llegue al Camp Nou es probable que recupere alguno de sus heridos, pero es difícil que pueda mostrar el rostro que Pep había diseñado hace ya tiempo, un conjunto de fundamentos de juego ricos y variados que permitían alternar diferentes esquemas durante los noventa minutos. Para ello, David Alaba es imprescindible: el austriaco ha jugado como central o lateral izquierdo, como mediocentro, interior zurdo o diestro, como extremo izquierdo e incluso un rato en Roma acabó moviéndose en la punta del ataque. Es el hombre clave para las transiciones y ni está ni se le espera. Varias de las alternativas de juego diseñadas por Guardiola se tornan inviables por la ausencia de Alaba, al igual que sin Robben y Ribéry el ataque pierde su sello principal: el valor eléctrico de sus extremos.

Aun así, y dejando al margen las emociones que embargarán a Pep en su retorno a casa o a Thiago frente al Luis Enrique que le hizo madurar en el filial, posiblemente estemos ante una de las eliminatorias más sugestivas de la década, uno de los duelos más fascinantes que puedan darse en el fútbol, con Messi dirigiendo un ejército majestuoso frente a Pep liderando más que un grupo, un comando.