De Suárez asegura que "es un 'botija' humilde, sano y familiar"

Amarillo: "El gol contra el Valencia fue un latigazo seco"

Alfredo Amarillo anotó uno de los goles más antológicos en el Camp Nou. Fue contra el Valencia, en 1976. Su disparo trazó una parábola jamás vista...

El uruguayo Alfredo Amarillo jugó dos temporadas en el FC Barcelona

El uruguayo Alfredo Amarillo jugó dos temporadas en el FC Barcelona / sport

D. SALINAS

El Valencia CF visita este sábado el Camp Nou y, como siempre, se adivina un choque intenso, pasional y competido. La historia de este duelo en Liga evoca momentos inolvidables, como la <strong>chilena de</strong> <strong>Rivaldo </strong>para meter al FC Barcelona de Carles Rexach en la Champions. Otros momentos, sin embargo, se han perdido en el tiempo, como un 6-1 del curso 1976-77 en el que Manolo Clares anotó un póquer y el uruguayo Alfredo Amarillo inmortalizó su nombre con un gol estratosférico, nunca visto. Un gol, salvando las distancias, como el que firmó Nayim en la final de la Recopa contra el Arsenal, pero desde más cerca y escorado en banda izquierda. Un gol que, por su belleza, merecería liberarse del oscuro archivo que lo encadena y ser subido ya a Youtube. No defraudaría a nadie.

SPORT contactó con el defensa charrúa para rememorar viejos tiempos y esa obra de arte que esculpió el 28 de noviembre de 1976 en el coliseo barcelonista. Y Amarillo se ofreció gustoso al diálogo.

Usted dejó huella por es gol antológico...

¿Todavía se acuerdan de ese gol? Ha pasado mucho tiempo…

Fue muy comentado, una belleza.

Salió perfecto, sí. ¿Puede creer que nunca lo vi por televisión? ¡Ni en Barcelona!

Pero se acuerda bien, ¿no?

Claro. Son momentos que no se olvidan.

Cuente… ¿Cómo fue?

El holandés Neeskens, desde el medio del campo, metió el balón para Charly y éste me la pasó estando yo en el vértice del área. Ahí le pegué a la pelota después de acomodar el cuerpo. Entró por el ángulo del arco.

¿Desde el primer momento pensó en rematar a puerta?

Sí. Me tiré atrás y solté un latigazo seco.

Un gol que dio la vuelta al mundo…

Sí, aunque en aquellos tiempos no estaba todo tan globalizado como ahora.

Pero la repercusión que tuvo fue importante.

Sin duda. Fue elegido gol de la semana y después gol del mes. Y, finalmente, Eurovisión lo eligió como el mejor gol del año en los distintos campeonatos europeos de liga. ¡Hoy me hubieran dado una medalla por ese gol! Ja, ja…

¿Recuerda la formación del equipo?

La tiro de memoria: Mora; Ramos, Migueli, Olmo, Amarillo; Sánchez, Neeskens, Asensi; Rexach, Cruyff y Clares.

Por cierto, ¿qué nos puede decir de su compatriota Luis Suárez?

No lo conozco personalmente, pero he seguido su trayectoria desde que empezó en las inferiores de Nacional. Es un ‘botija’ humilde, sano, familiar…

Se ha adaptado rápido y bien al FC Barcelona.

Normal. Es un muchacho ganador. Lo demostró en Inglaterra y ahora lo hace en el Barcelona.

¿Continúa siguiéndolo?

Claro. Estoy en un club social y por televisión vemos todos sus partidos.

¿Y al Barça? ¿Lo seguía también antes de que llegara Suárez?

Sí. Mi corazón siempre está con el Barcelona. Además, tengo una nieta en Barcelona y mis dos hijos, Alfredo y Darío, viven y trabajan allí.

¿Qué hace ahora Amarillo?

Llevo el bar de un club social en Piedra Honda, en el barrio de Buceo, en Montevideo.

¿Cuándo lo veremos por Barcelona?

No lo sé, pero sí le puedo decir que parte de mi corazón sigue ahí. El club siempre se ha portado muy bien conmigo y se lo agradezco.

Amarillo empezó en las divisiones inferiores de Nacional para dar el salto a España de la mano del Valladolid en 1973, equipo con el que jugó tres campañas. Después pasó al FC Barcelona (1976-77 y 1977-78) y fue cedido al Salamanca (1978-79) para fichar por el Espanyol, donde estuvo dos años (hasta 1982). Luego pasó por el Neza, de México, y regresó a Uruguay, donde se enfundó la elástica de Danubio. Un día, con 30 años, después de dar un centro de los suyos a Rubén Sosa, que anotó el gol del triunfo, se retiró. "Me quedé sin alicientes", recuerda.

Lo cierto es que nadie que vio ese gol de Amarillo, en el Camp Nou o por televisión aquellos años, ha podido olvidar la increíble parábola que hizo el balón antes de alojarse en la red del Valencia.