Bolt ganó su segundo oro en los 200 m. y confirmó en el Mundial de Pekín que es el único rey

Por si quedaba alguna duda, Usain Bolt  despejó todos los interrogantes en el Mundial de Pekín. Gatlin tuvo que resignarse al papel de segundón

Carlos R. Galindo

Por si quedaba alguna duda... Por si alguien daba un margen de confianza a <strong>Justin Gatlin</strong>... Por si existían dudas de que <strong>Usain Bolt</strong> es un atleta venido de otro planeta. Un deportista único e irrepetible. El mejor. Un icono que hoy levantó de sus asientos a 80.000 espectadores en el estadio 'El Nido del Pájaro', sede del Campeonato del Mundo de atletismo y a millones de aficionados en todo el mundo. El 'Relámpago' de Trelawny se marcó un final de los 200 metros antológico. El anunciado duelo con el odiado estadounidense quedó en nada. Con un registro de 19.55 segundos, que es mejor marca mundial del año, conquistó su décima medalla de oro en un Mundial, cuarta consecutiva en la media vuelta a la pista. Nadie en el mundo -ni ahora, ni antes- puede presumir de semejante logro. Gatlin, con el rostro visiblemente desencajado, terminó segundo con 19.74 mientras que la tercera plaza para el sudafricano Anaso Jobodwana, con 19.87, nuevo récord de su país.

Bolt es un depredador, un atleta que se crece ante la adversidad. Gatlin, que goza de muy mala prensa desde que fue sancionado en dos ocasiones por dopaje y se viera obligado a cumplir una sanción de cuatro años , le había comido algo de terreno en los últimos meses. Cierto es que el jamaicano ha tenido una temporada irregular, marcado por las lesiones y se ha visto obligado a parar varias veces. Sin embargo, todas esas menudencias saltaron por los aires cuando el juez dio el pistoletazo de salida. Usain arrancó como un proyectil, Justin mantuvo el tipo con mucha dignidad en la curva pero, después, ya en la recta, el caribeño empezó a ganar distancia, prolongó su zancada hasta el infinito y supo que nadie le atosigaba por detrás. El anunciado choque de trenes fue, en realidad, un choque de cochecitos de bebé. Bolt le tiene la moral comida a su rival que no sabe -o no puede- desarmar a su rival, por más que lo intenta. Incluso aminoró su ritmo poco antes de cruzar por línea de meta antes de señalarse con sus dos dedos pulgares en el pecho.

Cuatro días antes, en la final de los 100 metros, la contienda se había resuelto con el mismo marcador: primero Bolt, con 9.79 segundos y segundo Gatlin, con 9.80. Trece milésimas les separaron. NI medio estornudo. Si la final de los 200 metros de hoy iba a revelar quien era el verdadero rey, el interrogante ya ha sido aclarado. No hay duda. Bolt es el mejor, el indiscutible rey. Como diría <strong>Pep Guardiola</strong>, el 'puto amo'. Baste recordar que el éste llegó a Pekín con una discreta marca de 2013, medio segundo peor que la de Gatlin, el más rápido de la temporada -hasta ayer- con 19.57, récord personal. Pero eso no cuenta cuando ambos se encuentran en la pista.

Bolt llegó a Pekín empatado a ocho medallas de oro con el estadounidense <strong>Carl Lewis</strong> y, a falta del relevo 4x100 metrros en el que también participará, ya aventaja en dos al 'hijo del viento'.