La mirilla

Solo la genialidad de Messi supera a la de Sampaoli

Leo Messi, durante el partido

Leo Messi, durante el partido / sport

Albert Masnou

Era lo más próximo al fútbol total, lo más cercano al invento parido en su día por Pep Guardiola en el Barcelona. El Sevilla ofreció todo un recital de juego en la primera parte gracias a un genio bajito que tiene en la banda como es Jorge Sampaoli. El Barça se miraba al espejo y se encontraba con el Sevilla de Sampaoli.

El equipo andaluz aunaba muchas virtudes que hicieron grande al Barcelona en su día: Vocación ofensiva sin freno (4 delanteros en la alineación y 8 ocasiones de gol en la primera media hora), una intensidad frenética provocando numerosas pérdidas de balón y errores del rival, gran recuperación en fase ofensiva, intercambio continuo de posiciones de los jugadores ofensivos, control y posesión del balón… El Sevilla era un espectáculo y el Sánchez Pizjuán lo celebraba.

Incapaz de plantar cara a este planteamiento, el Barcelona fue a remolque sin saber qué hacer, sin argumentos para responder, sin encontrar un segundo de pausa para reflexionar y sin soluciones desde el banquillo. Era un juguete a manos del Sevilla hasta que apareció otro genio bajito como es Leo Messi. Ahí cambió todo y quedó claro que en el mundo del fútbol no hay nadie mejor que él. En realidad, es algo que el propio Sampaoli conocía porque así lo dijo en la previa del encuentro: “Necesito un plan para el Barcelona y un plan para Messi”. El plan contra el Barcelona le funcionó, el plan contra Messi no. ¿Por qué? Porque no lo hay.

En plena crisis azulgrana, el crack argentino se inventó un toquecito desde fuera el área que fue suficiente para batir a un grupo de gigantes como N’Zonzi, Rami, Vitolo o Rico. Y ahí el Barcelona se miró de nuevo al espejo y ya no empezó a ver al Sevilla sino a Messi. Leo estaba solo en el espejo pero ya había blaugrana.

Fue un toquecito que mató mentalmente al Sevilla porque ya no supo como recuperar su estilo pues sus jugadores llevan demasiado poco tiempo con Sampaoli, que se empezaba a desesperar en la banda y sin opciones en su banquillo para arreglarlo. Y Messi, mientras tanto, se hizo aún más grande en la segunda parte porque el Barça recuperó la pelota, el estilo y su forma de funcionar. El propio delantero argentino se encargó de crear el segundo gol para dar vida a un Suárez que llevaba cinco partidos desaparecido. Es lo que tiene Messi: Tiene tanto talento no solo para ganar partidos sino también para salvar a amigos.