La mirilla

Messi, el mejor espot para el fútbol

Albert Masnou

Miedo. El PSG se asusta con Leo Messi. No es la primera vez que le pasa. Sienten tanta admiración por este jugador que los parisinos se empequeñecen. Jugadores, directiva y afición van al unísono en este sentimiento. No es algo que les pase solo a ellos. A muchos equipos europeos que todavía no son top sufren el mismo problema, como es el caso del City, el Manchester o el Milan. Ocurre, incluso, más en Europa que en España donde los rivales ya saben lo que es medirse al mejor jugador del mundo. 

Esta circunstancia es una suerte inmensa para el Barça que Messi, recalquemos solo Messi, se ha ganado a pulso. Es una suerte para el Barça porque todo es más fácil si el rival te tiene miedo. Es algo que no le pasa a Cristiano Ronaldo o a Neymar. Aunque lo sufren, a Messi los rivales le quieren porque es noble en el campo, es legal, es humilde, no humilla, no simula faltas, celebra los goles con discreción, no provoca y les da la camiseta al final del partido, actitudes que no siempre dominan ni su compañero en el Barcelona ni el portugués. Messi es el mejor anuncio que puede existir para el fútbol porque auna todos los valores de este deporte en una única persona. Y los jugadores de los equipos rivales le respetan (también a modo de faltas pues antes, en sus inicios, recibía entradas mucho más duras que ahora).

Algunos han querido ensuciar una imagen impoluta en busca de notoriedad. Trabajo en vano porque el tiempo quita y da razones. Messi lleva ya muchos años en la élite para que ahora alguien le descubra un lado B. Uno actúa en el terreno de juego como es fuera de él. Y la imagen de Messi sigue siendo tan impoluta, tan limpia, tan brillante como el día en el que Capello le descubrió en un Gamper.