LA MIRILLA

Los premios sin credibilidad

Albert Masnou

El Madrid gana. Más razón que un santo tenía Ancelotti al asegurar que a Blatter es imposible cerrarle la boca. Las declaraciones del presidente de la FIFA (“El balón de Oro debe ser para Neuer”, dijo) alteraron al técnico blanco, aunque luego se llevó la reprimenda de su presidente y tuvo que rectificar. Debe ser un problema de presidentes porque si Blatter tuvo una salida de tono, Javier Tebas no fue menos al asegurar que “si los premios fueran libres, Cristiano no hubiera ganado”. Queda claro que los galardones no son limpios y son los propios organizadores los primeros en desvelarlo, en sacarlo a la luz pública, en denunciarlo.

El problema es que en una sociedad en la que la competitividad está por encima de cualquier regla, que la victoria sobrepasa las formas, el premio queda aún por encima del desprecio que le muestran sus responsables. Ser escogido el primero es un reto para cualquier deportista hasta el punto de que los presidentes de sus respectivos clubs pierden el culo para satisfacer a las estrellas, para tenerlas contentas y todas las maniobras para presionar a los que dan el premio quedan en un segundo término. Todo vale para que tu apuesta gane. Así pues, se entiende la ascendencia que ha cogido Florentino Pérez en la FIFA. Es el propio presidente el que mueve hilos para lograr que los focos apunten a Cristiano en la próxima gala de Zúrich. Sabe que de esta forma tendrá a su estrella contenta y a la vez es una excelente promoción internacional para el club que preside. Son las reglas del juego que se está estableciendo en el fútbol. Y Florentino juega a ganar. Mientras tanto, en Barcelona nos entretenemos en denunciarnos unos a otros y en delegar a segundas o terceras espadas esta misión. Por favor, primero el Barça.