Te acuerdas Leo dónde estabas las pasadas Navidades

HACE JUSTO UN AÑO estaba en Rosario recuperándose de una lesión. En un campo impropio de una estrella, con la única compañía de Elvio Paolorosso (el ayudante del Tata Martino), sin camiseta por los 40 grados que hacían por esas fechas en Argentina y un par de balones sobre el irregular césped, el azulgrana trabajaba lejos de Barcelona para ponerse en forma y volver a jugar después de una enésima rotura del bíceps femoral. Messi solo ha tenido este tipo de lesiones antes del Mundial o en sus inicios en el Camp Nou. En ambos casos, cuando la cabeza le va más deprisa que los pies. Porque D10S es también humano.

“Solo le pido al 2014 que no tenga lesiones”, decía. La inminente disputa del Mundial, a la mejor edad de su carrera deportiva, era una losa inmensa para este jugador cuyo peor nivel lo alcanzó durante la primera parte de 2014, una etapa que se prolongó hasta el Mundial. Si estando como estaba fue capaz de llevar a Argentina a la final del campeonato de Brasil o al Barça a un paso del título de Liga… ¿Qué podría hacer ahora cuando ha recuperado su chispa y su facilidad por el gol? Los alemanes no serían campeones del mundo y el Atlético, quizás, tampoco. En esa final del mundial, Leo solo se fue de tres adversarios. No más. Pero si hoy Argentina es subcampeona es por su mérito.

Hoy, ese mismo jugador al que muchos daban por acabado, por haber iniciado a vivir el ocaso de su carrera, ha revivido y vuelve a ser el que era. Un jugador fuera de lo común, dispuesto a recuperar el trono de número 1, con toda la fuerza, ambición y ganas de disfrutar en un campo. Messi siempre ha sido honesto con el Barcelona. Nunca le ha fallado y si este equipo, el de Pep, el de Tito o el de Tata está, o ha estado, en la terna de posibles aspirantes a cualquier título es por contar con un jugador como él. Larga vida a Messi.