SPORT VERANO

Iturriaga: "Somos un país un poco gruñón"

Dicharachero hasta la saciedad, es imposible aburrirse conversando con él. Sin embargo, tras esa apariencia de hombre despreocupado, Iturriaga no se muerde la lengua con nada ni nadie

Iturriaga, nuestro protagonista de hoy

Iturriaga, nuestro protagonista de hoy / sport

sergio vera

Tras una intensa temporada en el programa ‘Colgados del Aro’.. ¿Tú de qué te has quedado colgado en la vida?

Yo estoy colgado del humor, absolutamente colgado de reírme y sonreirme. No concibo la vida sin constantes risas y carcajadas. 

Vamos, el compañero ideal para unas vacaciones para desconectar...

No podría vivir sin reírme, sin divertirme y estar acompañado de gente con buen sentido del humor.

¿Y qué te quita la sonrisa o te pone de muy mala leche?

Me pone de mal café la clase política, el rumbo de nuestro mundo, la insensibilidad instaurada con la gente que las está pasando canutas y este hábito nacional de la indignación.

¿El panorama que tenemos invita al optimista? 

Yo soy un tío optimista por naturaleza pero... ¡Es que somos un país un poco gruñón! Nos cabrea casi todo. Aquí el que no opina como tú es tu enemigo. Fíjate en la televisión. Eso es pura ficción. Ellos montan un show y el público a veces lo percibe como si fuese real y al final te encabronas. Si fuésemos otro tipo de país nos lo tomariamos a chufla y esto desaparecería. 

Visto lo visto entonces... ¿Cómo te ves en 15 años?

De aquí a 15 años tendré 72. ¿Sinceramente? Me veo estando que no está mal. No tengo planes de hacer nada diferente ni de dejar cosas que estoy haciendo. Me veo sin perder el niño travieso que llevo dentro. 

Menuda papeleta para tus padres tener que controlarte en vacaciones...

¡Qué va! Desde los 12 o 13 años me pasaba los veranos jugando a baloncesto, concentrado con las diferentes selecciones así que he tenido unos veranos un tanto diferentes al de los demás.

¿Ahora te arrepientes?

¡Para nada! En aquel momento era lo que quería hacer. El baloncesto me ha dado tanto...

Y cuando recuperaste la posibilidad de poder volver a disfrutar de un verano... ¿Con qué sitio te quedaste?

Hace 20 años empecé a ir Menorca y siempre procuro ir por allí. Soy del norte pero muy mediterráneo. Me engancha el mar. Ese azul es especial. Una auténtica locura. Y Grecia también me apasiona.

Pues en tu carrera como jugador no eran precisamente los rivales más amigables...

(Risas) Los griegos me molan mucho, en serio. Todo lo que me dieron por saco jugando luego me lo han devuelto en su tierra. Esa aparencia agria que tiene, como de estar discutiendo siempre... Eso atrapa porque luego son un país con una hospitalidad, una gastronomía y una cultura brutal.

Hablando de cultura... en una ocasión dijiste que ser articulista era uno de tus grandes placeres ¿Por qué?

La dificultad. El hacer un buen artículo no es fácil. Desde que me retiré he hecho muchas cosas que para mí son pan comido. Presentar programas, dar conferencias... es como una bandeja de palomero. Ahora que la gente no piense que voy de sobrado pero es que a mí hablar no me cuesta nada... pero hacer un buen artículo ya no me resulta tan fácil.

¿Siempre te gustó escribir?

Yo escribía desde muy jovencito. Estuve 5 años escribiendo y haciendo mi columna de opinión mientras jugaba en el Madrid. Imagínate si pasa eso ahora... ¡Sería terrorífico!

Entonces  qué me dice de los prejuicios sobre que los deportistas ni leen ni escriben... ¿Dónde quedan?

Yo me los encontré. “¿Tú que haces escribiendo?”, me decían. En la última parte de mi carrera en el Madrid incluso lo utilizaron para criticarme.  

Visto así parece que tener inquietudes más allá de la pelota fue contraproducente... 

Es que aquí parece que tener inquietudes si eres o has sido deportista es raro. Fíjate los palos que le caen a gente como Valdano, Guardiola... En el mundo del deporte hay de todo como todo en la vida. Mira los políticos y la cantidad de cerebros que tenemos por ahí sueltos... No sé por qué el hecho de ser deportista va asociado con todo esto. También me apasiona el mundo de la lectura.

Y ahora, ¿En qué libro estás centrado? Una recomendación...

Ahora acabo de leer ‘Cosas que los nietos deberían saber’. Es una autobiografía del músico Marc Everett, líder de la banda EELS. Lo he leído escuchando su música y la experiencia ha sido heavy. ¡Me ha encantado! Y ahora estoy leyendo ‘Instrumental’ de James Rhodes. Un libro durito pero me encanta.

¿Tan duro como tu reciente visita a Liberia con Unicef?

Aquello fue inolvidable. El contraste con el día a día de cualquiera de nosotros es bestial. Liberia no es el farolillo rojo del mundo pero casi...

¿No estabas preparado para lo que te encontraste? 

Nunca estás preparado para tanta miseria pero me olía lo que me iba a encontrar y lo confirmé.

¿Un bajón?

¡Qué va! En lugar de volver desesperanzado por ver un mundo como ese volví consciente del efecto que produce una pequeña ayuda en problemas particulares de la gente. 

¿Cuestión de positivizar?

Ni hablar. Es que, en serio, allí con una ‘O’ te hacen un canuto y ves la sonrisa que eso despierta. Ojalá hubiese un punto medio entre la sobreabundancia en la que vivimos en nuestra infancia y aquello que tienen allí.

¿Y cómo lo arreglamos?

Es difícil salvar el mundo pero es posible salvar a gente de este mundo. A veces el enfrentarse a la salvación del mundo y a los problemas grandes nos desmoviliza más que nos une. Aquello es imposible... ¿cómo lo vas a solucionar todo? Pues poco a poco se hace el camino. Me ayuda pensar que así puede construirse un planeta mejor.